El vicio de un cigarro.
El vicio de estar en este lugar es lo mejor que me ha pasado en mi vida. Al principio éramos veinte, ahí sí que se pasaba bien, todos parados tan juntos y apretados que nos apoyábamos siempre, además que todos pensábamos lo mismo, así que era lo mejor. De a poco el tiempo llamó al recuerdo, ya no estábamos todos, era terrible, siempre que la misma mano abría la cajetilla, aparte de aterrorizarnos por ser uno de nosotros el elegido, quedábamos helados al ver la trágica muerte de nuestros compañeros achurruscados en el hoyo del cementerio. Era terrible. Así, y de a poco fueron reduciéndonos en número. En ocasiones tuve que afirmar mi cabeza en el hombro del otro, pero él lo entendía, en realidad todos sufríamos mucho.
El tiempo pasó y con las constantes aperturas de nuestra puerta, tuve la suerte de ver el día y la noche, y así reflexionar. Pensé en tantas cosas, y me cuestioné mucho el por qué de nuestra matanza y aprovechamiento. ¿acaso le estaremos haciendo un bien a aquella persona?. Y así se esfumó, soy el último en esta cajetilla, esta vez se quedó abierta, y desde aquí puedo ver al último asesinado antes que a mí. Gabriel. Logro observar que lo toma sólo con dos dedos, le encendió fuego y se vio como derramaba humo, al mismo tiempo que el asesino gozaba y hacía otras cosas. Entonces vi lo que me hubiese encantado que mis compañeros hayan visto; realmente todos nosotros logramos mantener vivo a esta persona, lo hacemos feliz, tan sólo con salir de aquí. Todos los héroes están achurrascados en aquel hoyo de cementerio, y ahora estoy tranquilo porque en un rato más yo estaré ahí.
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