Recobré la vista y allí los tenía, los malditos, ebrios de roja cerveza, poseídos por el son de las infernales melodías de un gurú de la música con pelo castaño y mas buen gusto que buen aspecto físico. Mis malditos bailaban, cantaban, como en una ceremonia de espectros buscando un infinito mas allá del olvido y mas acá que la memoria, con las venas llenas de alegría, la vida, la muerte y ese corto espacio de tiempo que transcurre cuando estás a gusto.

A nuestro alrededor miradas lascivas, comprometidas, reticentes de nuestra lujuria. Miradas que mas que clavarse resbalaban por nuestra coraza de pasión rodeada de colillas, jarras vacías, risas, lágrimas y, sobre todo, abstracción de la realidad: un mundo sumergido en una burbuja en la que nada pasa, un mundo creado a base de tenacidad y empeño, un mundo que yace entre las sombras de una ciudad ingrata.

A mi espalda la barra, una camarera, un montón de botellas que vaciar si la plata lo permite, un montón de vasos hambrientos de rico elixir y una jungla de madera por la que caminar cada noche, como una autopista sin final de apenas 30 metros.

Me puse de pié, uno de mis hermanos me agarró por la cintura, el baile, el ritual, la locura, los acordes, de nuevo la música, de nuevo la sin razón apoderada de mi, de nuevo lo antiguo, lo clásico. Me dejé llevar, dejé que el ritmo se apoderara de mi, que el humo me hiciera moverme como una figura candente en un mar de sombras sin nombres, sin rostro, salidas todas ella del mismo infierno. Mis hermanos se acercaban, sudorosos, hambrientos de todo, con el mundo en los ojos y... otra canción, otro ritmo... me alejé, apenas anduve unos 10 metros y me senté en el escenario, el cuerpo se me estremeció, la mente se me abrió, ´"ahí lo tienes" me repetí, una imagen sacada del mismísimo purgatorio, una imagen sacada de la mente mas sucia que se pueda imaginar, luces calidas, grotescas, sinuosas, figuras deformadas por el ambiente cargado de olor a incienso, cerré los ojos como si del objetivo de una cámara de fotos se trataran, quería guardar esa imagen por siempre, quería capturarla en la memoria y lo hice, de no ser así no lo estaría describiendo ahora.

Yo, allí, en la soledad el final de un bar, una figura se acercaba, era ella, se acercó y me abrazó, de nuevo calor, de nuevo el mundo entre mis brazos, de nuevo sensación de tranquilidad y... something. Tal vez no fuese bajo la lluvia, como dice la canción, tal vez ella no se moviera, tal vez el que se movía demasiado rápido fuera mi corazón, bombeando mucha mas cantidad de sangre de la que podía soportar, pero daba igual, todo estaba bien, todo en su sitio, todo mojado por la humedad del rock and roll, de los amigos, de las promesas que se sabe no se cumplirán y que en un mundo tan absurdo como este son fundamentales para el buen paso de la vida.

Ella me besó, yo la besé, la miré a la cara, me dejé atrapar por sus ojos, decidí sumergirme en su mirada y me cautivó, la volví a abrazar, esta vez sobre el escenario y bailamos... "when I feel my self in time of trouble mother marys comes to me...", de nuevo pasión, besos, miradas cómplices y labios silenciosos que dicen mas que cuando dicen menos hablando.

Y así pasó la noche, con sus segundos, minutos y horas, mágica, especial... tal vez no única, o eso espero.