Me seguía, desesperadamente intentaba escapar, pero él era realmente más veloz. Podía sentir su aliento en todo mi cuerpo, horrible impresión. De reojo alcancé a verlo, finos pelos blancos en un cuerpo enormemente pequeño y la barba mal afeitada, me llamó mucho la atención esos ojos endemoniados, ese brillo hipnotizante, parecían mirar desde otra parte. Cada vez se acercaba más, mientras más segundos pasaban menos podía respirar, me asfixiaba. Presentía que eran mis últimos segundos de vida, dirigí mi cabeza en dirección al cielo, esperando una repuesta milagrosa. En la lejanía divisé una increíble figura en las alturas, me dio otra oportunidad. Desperté en mi cama húmeda por el sudor, en una nublada siesta de invierno, creo que en San Juan. Intenté recobrar el aliento, mientras tanto no podía apartar de mi cabeza esa escalofriante mirada, esos ojos me observaban desde todos lados en todo momento, me sentía perseguido todo el tiempo, situación demasiado incómoda.
No sé por qué, creo que nunca lo entenderé pero presentía que gran cambio se iba a producir. Un extraño impulso me condujo hacia el baño, tomé una ducha rápida ya que en algún momento se apagó el calefón y me impidió seguir disfrutando de esas gotas tibias que recorrían mi espalda, cambiándolas por otras que de tan frías que estaban me hacían doler todo el cuerpo. Me sequé lentamente y procedí a encender nuevamente el calefón. Atravesé la casa, estaba todo como siempre. Encendí un fósforo, extraño porque no se consumía. Me quedé hipnotizado mirando esa brillante llama amarilla de base azul. Nunca sabré cuanto tiempo estuve, lo que sí se es que de a momentos me encontraba mirándome como si estuviera frente a un espejo, pero lo increíble de esto es que nunca tuve nada parecido en la cocina.
En un momento un frío intenso recorrió mi cuerpo en su totalidad. Me vi desde otra parte, le brillaban intensamente los ojos, maliciosos, endemoniados, me observaban desde otro lugar, el más temido por todos. Estaba en mis propios dedos, indefenso, por surte no me consumía. Adiviné lo que planeaba hacer, una sonrisa recorrió de punta a punta mi boca, se inflaron los pulmones y una suave brisa fue expulsada por la garganta, y dio en el centro de mí, me extinguí de inmediato.
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