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Inicio / Cuenteros Locales / teatroharold / Protesta hacia el condicionamiento en Matanzas

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El corazón me llama hacia algún lugar, me insta a hacer algo que eleve mi existencia diaria, mi corazón busca al final de todas las cosas el éxtasis de la belleza y las fuerzas espirituales a las que escucho y en las que deseo morar, a través del teatro y la creación musical, porque me siento un artista o en ello he parado. Sé cosas que no puedo ya ignorar, vivencias que solo alcanzaría a reflejar pálidamente con palabras. He conocido el teatro y ya nada me puede alejar de lo que allí sentí, comprendí, experimente y viví. Ello me hizo confirmar que es el lugar al cual pertenezco, donde hallo las verdades de mi mismo. De modo que mi vida transcurre en ese lograr de objetivos en los que a veces ni yo mismo entiendo pero en ellos reside casi toda mi satisfacción. Aún no se que hacer y solo intento descubrir que quiero en tanteos de esbozos creacionales, y sin embargo un anhelo indescriptible me empuja a realizar un algo que ni siquiera alcanzo a ver, aunque si a sentir, y es una necesidad. Mi maestra de teatro decía, no se resignen a pasar por la vida gris, hagan algo distinto, algo que al final cuente para ustedes mismos. Caminen enmascarados por la ciudad, respiren nubes. No sabe mi profesora en verdad cuanta razón tenía. En medio de una ciudad mutilada de arte, donde la gente no ceja de caminar por sus calles hacia no se sabe donde, aguardando no se sabe que, siempre en un mismo torbellino de condicionamientos, ignorancia y resignación me era difícil concebir que alguna ves hiciera tantas de estas cosas, viviendo en ellas, siendo feliz en ellas, perdiendo sobre todo el miedo a hacerlas. Porqué entonces. Porqué renunciar a esas cosas que viví y descubrí, ahora que viene ese torbellino sobre mi y no me hallo en el presente empapado y sostenido por esos maravillosos y mágicos momentos de hacer y recibir clases de teatro. Ahora que pareciere me encuentro más vulnerable, a merced del desasosiego reinante que con sus “leyes” parece querer hacerse de mí. Debo aferrarme al teatro y al recuerdo de lo que viví?, Tal ves al menos por ahora, y es curioso algo que no puedo explicar, cuando estaba inmerso en el teatro, estaba protegido, ese torbellino externo no podía tocarme, estaba a salvo. En resumidas cuentas resulta que el teatro se convirtió en la propia vida real, mas intensa, más ideal, más vívida que la que podía estar aguardándome fuera de él…

Texto agregado el 04-12-2004, y leído por 90 visitantes. (0 votos)


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