Enemigos irreconciliables en un pasado distante, ambos se bifurcaron en la búsqueda de otros horizontes, líneas dispares que nunca más tendieron a juntarse ya sea por la premisa geométrica de esos caminos en fuga, ya sea porque el encono fue el elemento que repelía naturalmente algún ocasional encuentro.
Años más tarde, apagadas las brasas de aquel ancestral rechazo, ambos se olvidaron de esa parte agria de sus existencias y eso pudo ser la causa para que la geometría se olvidara también de sus inalienables conceptos y que el encono, a su vez, doblegase sus espadas para que, anulados estos dos factores, cualquier día, a la vuelta de la esquina se encontraran cara a cara estos perfectos enemigos. El uno se acercó al otro y ambos se fundieron en un conmovedor abrazo que luego dio paso a las remembranzas, a las bromas y a la distensión más absoluta. Largas horas de animada charla, permitieron que cada uno encontrase en el otro, trozos de recuerdos, vivencias olvidadas, risas lejanas y enconos añejos, que al igual que viejas fotografías aparecidas de improviso en un baúl abandonado y que repuestas más tarde en el lugar que correspondía, les permitieron alejarse nuevamente con la satisfacción de haber recuperado lo que el uno le debía al otro…
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