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UN SUEÑO A CONTAR


Sabía que era de día, cuando desperté, 8.30 marcaba mi reloj, ahí quieto, en mi escritorio.
Una mañana de frío, una más de éstas que nos acompañaban día a día. Yo cubierta en mi cama no sabía si levantarme o continuar aquel sueño que en la noche, mientras dormía, había nacido. Me detuve un instante y empecé a recordarlo.
Sin saber cúal era el motivo, sabía que debía encontrar a mamá. Desde un largo e infinito parque estábamos mi hermana y yo buscando a mi mamá, sabíamos que estaría en la habitación de aquella residencia, muy similar a la Champagnat, cuando subimos e intentamos entrar, cuando recordé que había olvidado la llave dentro de la habitación y por tal motivo no teníamos acceso.
Desesperadas empezamos a buscar a mamá, preguntábamos a la gente si nos ayudaba a abrir la puerta, pero nadie daba con la llave correcta.
Hasta que desistimos, y fue entonces cuando apareció un hombre que tenía la llave, tenía unos veinticuatro años, vestía un jean claro y una campera azul ajustada a su cuerpo. Sin decir palabra alguna, sin nuestro permiso entró, corrimos desesperadas, sin intentar detenerlo porque sabíamos que el objetivo de él no era ayudarnos, sino buscar a mamá, a mi hermana, y a mí.
Así fue, que me escondí bajo mi cama, y seguidamente él entró en esta habitación, pensé que me descubriría, mi corazón latía tan fuerte que creí que se escaparía, era a causa de una mezcla de sentimientos, nervios e incluso también de miedo.
Ante un ruido emitido por mi hermana, pensé que podía ser descubierta, entonces salí de mi escondite para despistarlo, y corrimos desesperadas, pensando en escaparnos de él y de encontrar a mamá.
Fuimos a casa del vecino, mi hermana fue hacia un lado y yo me quedé en el living, cuando escuché una voz que pronunciaba mi nombre, ¡Ginnette!-exclamó. Era ella, era su voz, ¿mamá donde estás?, le pregunté a esa voz viviente que oía junto a mí.
Buscándola, en silencio, con el tiempo paralizado, solas las dos, la vi. Estaba sujeta a la ventana con sus fuertes manos, cuando ante nuestra desesperación las lágrimas de ambas corrían como la corriente de un río.
Sin pensarlo, la sostuve con aquella fuerza, que sólo la podía haber logrado por fuerza de ella. Fue en ese entonces que vi en este presente, un futuro que apuntaba a un pasado. Sabía que éste podía ser el día final, y que dependía de mí. Pero al ver su rostro blanco, pecoso, acompañado de arrugas y unos ojos que gritaban auxilio, con su cabellos negro, atado; y esas manos también blancas con arrugas, pero fuertes, tan fuertes como el amor que me unía a ella; éstos fueron mi inspiración, tomé sus manos y la atraje hacia a mí, la subí, la salvé.
Había sido el final, porque había despertado, pero pensaba que aquel sueño era un mensaje.
Entonces luego de recordarlo, me levanté, y quise compartirlo con ella, la persona del sueño, mi mamá; comencé a contárselo, pero sólo me escuchó hasta la primera parte, ya que mi hermana nos interrumpió, y luego ella se olvidó.
Decidí olvidarlo yo también, olvidarlo durante este día, puesto que a la mañana siguiente cuando estábamos desayunando mi mamá contó su sueño, que de hecho había sido el mismo que había soñado yo.
No conté nada, y en silencio supe que era un sueño que no se debía olvidar, entonces agarré lápiz y papel, y comencé a tomar nota de éste.
Sin embargo ante este intento, se presentó su imposibilidad, al terminarlo la hoja se encontraba en blanco, no entendía el motivo, entonces lo escribí reiteradas veces, pero fue inútil, ya que en todas las ocasiones pasaba lo mismo. Dejé que el tiempo pasara y sin más me puse a leer, como hacía de costumbre. Empecé un nuevo libro, lo había obtenido en una oferta, del dos por uno, yo había comprado uno, y éste había llegado de regalo.
Si bien me parecía algo extraño que en mis tiempos se hicieran estas ofertas, la agradecí con gusto, no porque me interesara éste, sino porque venía junto al que yo quería, y además porque es lindo tener un regalo.
Al empezar a leerlo, me sentía familiarizada, ¿acaso no era lo que yo había soñado?- me preguntaba- sin dejar de leerlo, concluí que esa era mi historia, aunque quizá fue a historia de alguien también, nunca lo supe, pero sí logré comprender que éste era UN SUEÑO A CONTAR.

Texto agregado el 30-06-2003, y leído por 291 visitantes. (5 votos)


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