Escribía sólo por el placer que le causaba sentir el roce del lápiz sobre el papel. Escribía sin saber lo que plasmaba en las hojas, únicamente volcaba pensamientos que iban y venían sin dirección fija en su cabeza. De esta forma se relajaba después de haber pasado un día tan monótono como todos los demás, un día seco, caluroso, lento y agrio. Estaba, como siempre, a solas en su apartamento, sentado bajo la acogedora luz de una lámparilla que suavemente iluminaba su cuaderno.
Desvió un poco su mirada de las palabras cargadas de odio y rencor que inconscientemente escribía para descargar su ira. Algo había llamado su atención. Fijó su vista en la informe mancha que dibujaba su cuerpo regordete. La figura que se formaba de pronto le resultó aterradora, parecía que aquel ser de oscuridad lo miraba, los espiaba y lo seguía. Se acomodó en su sillón, pero aquél movimiento no hizo más que multiplicar la presencia amedrantadora de ese ''ser''.
Un sudor frío perló sus sienes y con las manos empapadas intentó despejarse la frente de los mochenos húmedos que cubrían sus ojos. El corazón comenzaba a latirle de una forma exagerada, sintiendo a cada expulsión de sangre los golpes en sus oídos, efecto que más que nada le parecía el sonar de los pasos de la sombra hacia él.
Intentó ponerse en pie, pero sus temblorosas y enclenques rodillas se doblaron de temor ante el acecho de la figura que cobró dimensiones insospechadas alimentada por la insipiente luz de la traicionera lámpara situada tras el convulsionado cuerpo del aterrado hombre.
Se movió de un lugar a otro, pero la maldita sombra lo seguía y crecía monstruosamente, como queriendo extender su imperio de tinieblas y apoderarse de su carne, como si envidiara su color, su calor, su vida, como si lo quisiera consumir...
Casi podía oir sus palabras, ese tipo de palabras que te dice solamente alguien que te conoce muy bien, y que te infunden un profundo miedo con tono de familiaridad.
Su mente rayaba en la locura, sus movimientos se hacían cada vez más inconexos, la sombra estaba cobrando vida propia, se estaba desligando de su voluntad, se estaba haciendo autónoma y cuando eso llegara ya no podría escapar de aquél feroz monstruo.
El final era inminente, dondequiera que sus ojos miraran sólo veían las sombras de la figura, la luz iba disminuyendo... no lo dejaba solo, lo acorralaba... el miedo se apoderó completamente de sus pensamientos y el pánico guió todos sus pasos, necesitaba escapar, huir de aquel terrible acecho, prender las luces sólo multiplicaba el ataque... apagarlas haría su dominio absoluto, debía huir, huir, huir... antes de que lo convirtiera por siempre en una sombra más, antes que tomara su lugar. Su gélido tacto ya casi lo paralizaba, se le antojaba reir histéricamente y a la vez romper a llorar de impotencia y terror... los martillazos en su oídos se mezclaban con las carcajadas burlezcas de su propio y oscuro reflejo. Llegó al climax del pavor, de soslayó divisó la ventana y frente a él vió la priximidad de la oscuridad que se apoderaba caso de todo el departamento, necesitaba librarse de su yugo.. y sin pensarlo dos veces saltó, dejando la habitación en una completa y cerrada penumbra. |