La pareja a$ociada
(Ensayo)
El presente ensayo se refiere al conflicto permanente que suele existir entre los componentes de una pareja heterosexual, que se asocian con el propósito de generar bienes o administrarlos, por lo tanto no solo involucra a aquellos que comparten un negocio, oficina, también comprende (o al menos lo intenta) a los que trabajan por separado y administran el dinero en convivencia.
Desde los albores de la humanidad, desde la cueva y el cazador-colector, el homo sapiens, desde su sapiens y sus dos variables naturales de sexo, cree haber cambiado su esencia con la modernidad, cuando en realidad solo ha conseguido armarse de un disfraz que pretende disimular su naturaleza ante él mismo, auto engañándolo en masa.
Como un roñoso que pretende pasar por limpio tapando con perfumes su hedor, bloqueando por saturación el olfato propio y ajeno, el intelectual tipo (o los tipos intelectuales) se ha preocupado por llenar de adornos la evolución en pos de hacernos sentir una marcada diferencia entre el primate y el Hombre moderno, pero a pesar de su desodorante esfuerzo, hay poros por los que la esencia logra filtrarse y con un positivo golpe en la nariz nos advierte de que estamos siendo agradablemente engañados, de que quizás lo que llevó millones de años no pueda cambiarse en 3.000, en 500 y mucho menos en 50, al menos en lo esencial; que llevamos incorporadas cosas del cavernícola que debemos aceptar, y que si insistimos en tratar de comprenderlas para convivir mejor con nosotros mismos, a lo mejor convenga observarlas desde la profundidad de la cueva y no desde las alturas del artificioso pedestal de aluminio desde el cual se yergue el creído ciudadano del nuevo milenio.
Una de estas manifestaciones con cierto tufillo a cueva y cuero sin curtir, se revela en el conflicto al parecer inevitable entre dos seres que deciden compartir, además de su amor, la cama y la vida.... su negocio, o simplemente la administración en común del dinero ganado por separado.
Quisiera aclarar que no soy lego en psicología ni en historia de la humanidad, soy un simple improvisado cuya autoridad para este ensayo consiste en haber experimentado este conflicto en rotura de carne propia (rotura que comienza por la carne de los testículos y prosigue con la del corazón) en reiteradas ocasiones, adjudicándole a estas situaciones los meritos de un divorcio e incontables crisis en la nueva pareja. Me autoriza también mi preocupación al observar que no es algo que me sucede a mí, sino a casi todos los casos que he conocido y conozco.
Analizando empíricamente los casos conocidos, se pueden percibir las causas, los síntomas y consecuencias en común, que se detallan a continuación.
Los errores de una lógica pura:
El porqué de asociarse:
En caso de los que trabajan por separado es inevitable que al compartir el lecho, la vivienda y los hijos, decidan compartirlo todo. El dinero y la forma de gastarlo forman parte del todo, sin contar que para el común de la gente... lo es todo, pero ese tema merecería otro ensayo.
En el caso de compartir un medio de vida o negocio, la causa se produce generalmente cuando al comienzo de la convivencia el hombre trabaja y la mujer no. En la dinámica del negocio sería muy extraño que con el correr del tiempo la situación del mismo no mejore o empeore notablemente, el mismo espíritu emprendedor del hombre hace que no pueda conformarse con un negocio estable por bueno que sea, y en sus intentos de hacerlo crecer, lo logra o lo hace retroceder al límite del peligro.
En ambos casos, en el vértigo del ascenso o la caída surge la necesidad de alguien “que le de una mano” , y “Quién mejor que alguien de confianza” como la mujer a quien ama, respeta, con la que ya comparte cosas más importantes. “Además no generamos gasto y todo va al bolsillo del hogar” .
Cuidado con tildarme de machista a esta altura, (Quizás lo sea, pero aún no me doy cuenta) pero las experiencias propias y ajenas me revelan que no suele suceder que el hombre esté desocupado en el comienzo de la relación y por lo tanto es muy difícil que la mujer sea la que invite al hombre a compartir su negocio si lo tiene. No descarto esa posibilidad, he visto casos incluso, pero no quiero tomarme el trabajo de dar mayores explicaciones cuando ni el origen y desarrollo del conflicto, ni las bases de este ensayo se alteran por el “quién invitó a quién”. Sí puedo asegurar, que si la mujer fue la que invitó al hombre para compartir el negocio “para que haga algo” porque el hombre estaba desocupado en ese momento, el conflicto generalmente tiene consecuencias todavía más graves e inmediatas.
El hecho es que por una cuestión de una lógica fría, se toma la decisión en caliente de compartir el negocio y/o el dinero y/o el modo de administrarlo. Para colmo, los que se aman profundamente encaran con alegría la circunstancia de poder estar todo el día juntos. Se produce además una positiva revalorización del ser amado: El invitado se siente reconocido y el invitante se siente incondicionalmente acompañado. Este idilio dura unos pocos meses, aunque el conflicto comienza a trabajar de inmediato en forma imperceptible pero constante. No solo no se lo ve, sino que por el contrario, se siente agradable, como esas heridas que dejan de doler, porque se están gangrenando. Por ej.:
Nunca se dialogó más, aunque el tema del negocio se filtre por manteles y sábanas.
Nunca se compartieron más horas, aunque estén demasiado ocupados como para tratarse y demasiado cerca como para extrañarse.
Nunca estuvieron mejor económicamente, pero nunca economizaron tanto en atenciones mutuas.
Están más libres de los hijos, aunque el remordimiento haga que el poco tiempo libre lo dediquen mental, física, y económicamente a tratar de aliviar esa culpa, mermando dedicación a la intimidad.
Las sentimientos a mediano plazo:
Ella piensa de su marido que...
... la explota, porque ella trabaja todo el día y no es dueña de su dinero.
... es un derrochón que no se fija lo que hace con la plata. Hay que andar continuamente advirtiéndole de sus derroches.
... es un irresponsable... “¡justo ahora que andamos bien, se le ocurre endeudarse
(o dejar de ahorrar) para crecer!”.
... es un baboso: “¡seguro que tomó a esa empleada por las tetas que tiene!.”
... es un idiota al que los amigos lo usan, porque vienen a molestarlo cuando esta trabajando, encima para sacarle algo: Como se da ínfulas de grande, o le piden plata prestada o trabajo para el hijo.
... es un incapaz para manejar al personal, “al hijo del amigote ese le perdona todo y la tetona llega tarde y con un pucherito o una risita lo convence”.
... ya no la quiere como antes, porque ya no le sonríe, por el contrario, se siente molesto cuando la ve venir.
... es un ingrato que no reconoce los esfuerzos que ella hace para cuidarle las espaldas “¡Y eso que le dije por lo menos diez veces al día, que ese plan que él tenía no iba a funcionar!”
... es un bruto, porque le dijo que se deje de hinchar los huevos.
El piensa de su mujer que...
... se abusa, porque él no puede darse el gusto de reprenderla ni despedirla (por los errores que comete o las atribuciones que se toma) como podría hacerlo con una empleada.
... es una amarreta, que se fija en las moneditas que pierde y no en los billetes que el negocio da.
... es una tonta, que no se da cuenta que la única forma de hacer crecer un negocio es arriesgarse, y que la única manera de mantenerlo es hacerlo crecer, porque sino, la competencia lo destruye.
... es una celosa enceguecida , porque cree que él va a tomar una empleada para coquetear... ¡justo con ella allí!.
... es una bruja antisociable que le espanta a los amigos.
... es una tirana con el personal, que hace un escándalo por una pavada o por dos minutos que llegan tarde.
... es una obsesiva que vive marcándole todos los errores por pequeños que sean.
... es una negativa que piensa que nada va a funcionar, y encima.... una hincha huevos.
Quién de los dos tiró la primera piedra, no interesa, pero he aquí las consecuencias:
Se pierde el respeto, la falta de respeto genera decepción.
La decepción genera agresión
La agresión genera competencia
La competencia genera enfriamiento de la pasión
El enfriamiento genera más decepción y agresión.
Y así rodando, literalmente, cual bola de nieve que crece descomunal hasta que nadie puede evitar el alud que sepulta al amor, helándolo hasta destruirlo.
Lo que desean cortar primero es la relación laboral, pero ninguno de los dos quiere ceder terreno y darle la razón al otro. El invitador manifiesta estar arrepentido de la invitación y el invitado comienza a reclamar sus derechos por todo lo que hizo, el invitador entonces revienta en una agresión y así vuelta a la bola de nieve... y lo que finalmente se termina cortando es la pareja: Divorcio y posterior puja por adueñarse del negocio. Como ninguno de los dos cede... también se destruye el negocio. ¿Y la lógica?
En los casos en los que no se comparte el negocio, pero se comparte el manejo del dinero, el conflicto es más suave, pero sin embargo las estadísticas arrojan un resultado inquietante: La mayor causa de divorcio en nuestros días es el manejo del dinero, estandarte que comparte con la infidelidad, y yo me pregunto ¿Y si gran parte de la infidelidad se produce por el desgaste que provoca como vimos, el manejo del dinero?.
Se le echa la culpa a la crisis económica, sin embargo el estrato social que más padece este tipo de conflictos es el de clase media para arriba ¿Se pelean acaso por qué cuota de qué necesidad innecesaria comprada a medias van a pagar primero?.
La “alegría” de la caverna:
Como en la alegoría de la caverna de Platón, otra vez las sombras de la cueva aparecen como reveladoras de luz. La alegre armonía en la distribución de las tareas y responsabilidades que tuvo el cavernícola nos debería servir de base para tratar de comprender los conflictos de esta artificiosa convivencia moderna, para tratar de explicarnos el porqué de esta irracionalmente extrema intolerancia entre aquellos que se aman.
El humano macho:
La responsabilidad del hombre era entonces la de cazador colector, es decir, la de enfrentar los riesgos del contexto para procurar la comida y las pieles, en peligrosas excursiones en camaradería con otros hombres, enfrentando precipicios, animales gigantescos y a otros hombres, además de las inclemencias de la naturaleza.
El coraje, y muchos veces la inconsciencia eran sus medios para conseguir el sustento para él y su familia. No cabía la cobardía, hablar de precaución era dudar, y el titubeo conducía al hambre de él y los suyos, o a la muerte violenta.
Entre hombres, el hoy por ti y mañana por mí, era algo totalmente digerido, entre compañeros de caza se repartían con alegría lo que cazaban, independientemente de quien había dado el hachazo o clavado la lanza. No peleaban entre sí por los pedazos, pero competían continuamente por el coraje, con la excusa de una mujer o de quién cazaba la presa más grande. En esa competencia derrochaban armas, esfuerzos y en algún momento su propia vida.
Para resumir: Aventura, amistad, coraje, derroche, ostentación, indiferencia ante las adversidades, trabajo en equipo (unos entretenían a la presa, mientras otros hacían blanco). Un estrés sano: Medir y decidir de inmediato si huir o luchar. Éxitos y fracasos violentos, conviviendo con la pérdida, el error y la muerte, todos los días.
El instinto bravucón del hombre:
Si aceptamos al hombre como animal, podemos observar en los machos de casi todas las especies un mecanismo de defensa dentro del camouflage, que consiste en parecer más grandes de lo que son, para ahuyentar a enemigos del mismo tamaño. Por eso los sapos inflan sus papadas, los gatos se encorvan y erizan los pelos y las aves crispan las plumas. Esta también es una estratagema instintiva para el ritual de cortejo.
Parecer más grandes de lo que son, para ahuyentar a enemigos peligrosos y atraer a las hembras. Dos buenas razones para la ostentación y la bravuconada .
La hembra humana:
La mujer complementariamente, administraba los frutos de las aventuras de su hombre y los distribuía entre la pareja y sus crías. Racionar sin arriesgar. Mantener como sea el abrigo y la comida hasta que su hombre regrese con más pieles y más comida. Y aunque compartía su responsabilidad con otras mujeres, el instinto maternal privilegiaba sus crías con respecto a sus compañeras, generando quizás ese egoísmo en la mujer que todos conocemos y que en realidad no es tal: Es previsión, para que a las crías no les falte nada ni hoy ni mañana. “Este muslo de brontosaurio es mío y no lo presto, por las dudas que mi marido demore su regreso y no tenga qué darle de comer a mis hijos”. Una falta de camaradería totalmente aceptada por parte de las otras mujeres, por compartir ese instinto.
Aunque quizás en legítima defensa de sus crías haya arrojado alguna piedra ante alguna invasión a la cueva por miembros de otra tribu; la mujer cavernícola raramente participó en cuerpo presente de las aventuras habituales del hombre, posiblemente se hubiese aterrorizado, entorpeciendo el accionar del cazador distrayéndolo con sus gritos y llantos por no estar preparada físicamente, ni acostumbrada a las peligrosas peripecias y bravuconadas del hombre. Esta compañera de aventuras y labores para el hombre es una novedad de la modernidad.
Les agradeceré a las feministas la posibilidad de descartar a las amazonas por su carácter de rareza, ya que esto pretende ser un ensayo y como tal, apunta a la generalidad y no a las excepciones.
La intuición de la mujer:
Criar niños y atender ancianos enfermos fue la noble responsabilidad de la mujer desde el origen de la humanidad. Estar pendientes de las necesidades de personas que aún no desarrollaron o que han perdido la facultad de hablar para manifestar sus necesidades quizás haya sembrado el hoy refinado y famoso sexto sentido femenino. Conocer los verdaderos pensamientos e intenciones de sus semejantes a través de sus gestos y movimientos a sido una necesidad para la mujer desde su rol original, y ese don de comprobar que sus allegados dicen una cosa y piensan otra, esa facultad de descubrir intuitivamente la hipocresía de los demás, posiblemente sea la causa de esa desconfianza exacerbada tan propia de la mujer. Su misma debilidad física y la de sus criaturas quizás hayan fortalecido su desconfianza como mecanismo de autodefensa.
El hombre con su fuerza puede destruir a quien lo engaña, pudiendo detener a quien ya le comenzó a hacer daño. La mujer en cambio lo detecta ANTES y se protege: huye, se esconde o le advierte al hombre para que este use su fuerza.
Para resumir: Previsión, precaución, desconfianza intuitiva, racionamiento, ahorro, la seguridad como objetivo.
A modo de resumen de resumen, y como preparación para un posterior ejercicio mental que es el verdadero pilar de este ensayo, vamos a elaborar el siguiente cuadro sinóptico:
Características del cavernícola:
Hombre Mujer
Objetivos: Riqueza, poder, expansión Seguridad para ella y su núcleo familiar
Medios para conseguir objetivo Coraje, vehemencia, trabajo en equipo Previsión, ahorro, desconfianza, precaución.
Dones naturales con los que cuenta Fuerza, amistad, visión de oportunidades Intuición, resignación, espíritu de sacrificio.
Estrategia favorita Ostentación de fuerza y poder. Racionamiento, administración, control.
Indiferente a Adversidades Oportunidades
Mal que consideran necesario Derroche, confianza,Tolerancia con camaradas Abstención, egoísmo, individualismo.
Punto vulnerable Ingenuidad Temor
Ahora le propongo al lector un ejercicio: Relea el texto de las páginas 3 y 4 que se titula “Los sentimientos a mediano plazo” y trate de atribuir o justificar cada uno de esos sentimientos al cavernícola descrito en el cuadro recién expuesto. En aquellos que no pueda justificarlos directamente con el cuadro, justifíquelos en los sentimientos antagónicos del sexo opuesto, y a estos recién con el cuadro. Hágalo con serenidad, y por sobre todo con sinceridad, y en lo posible con equidad: No solo trate de justificarse Usted, trate de justificar a su pareja, vale la pena.
¿Vio?... ¿Qué me dice ahora? . ¿Es tan descabellado pensar que en algunos aspectos no hemos cambiado? ¿Acaso no es más descabellado negar o tratar de cambiar nuestra verdadera naturaleza y la de nuestra pareja?.
La calidez de la comprensión
Comprender con calidez la naturaleza del sexo opuesto y aceptar con amor los antagonismos como fuerzas en sana pugna por lograr un equilibrio que ninguno de los dos posee por separado, es la única forma de derretir desde el mismo comienzo esa bola de nieve que siempre, pero siempre tiende a formarse. No es fácil, nadie dice que lo sea, en realidad es casi imposible. Quizás el lector me permita obsequiarle con algunos consejos que pueden servir no solo para derretir un poco de nieve, sino también para intentar lograr un equilibrio exitoso en los planos laboral y afectivo.
Un poco de Sabiduría Oriental:
Mas allá de la multitud de consejos existe uno fundamental:
Reconocer en el otro las virtudes que uno NO tiene... y aprovecharlas.
Si volvemos al cuadro del cavernícola y nos fijamos en los tres primeros renglones: Los objetivos, medios para conseguirlos y dones naturales, y pudiésemos armar una persona con la suma de estas características del hombre y la mujer, tendríamos un “Super ser” que podría lograr todo lo que se proponga.
Si por otra parte observamos solo la parte de “objetivos” podríamos ver marcada en ese primer renglón, la complementación existente entre los objetivos de uno y otro sexo, al punto que sería ridículo concebir el logro de “una riqueza” y un “poder” sin una “seguridad” para los integrantes del propio núcleo familiar.
Por supuesto que no existen (y hoy menos) hombres con el 100 % de las características del hombre de las cavernas y un 0 % de la mujer prehistórica; lo mismo sucede con la mujer. Los chinos son bastante claros en la apreciación de la armonía entre los opuestos, con su filosofía del “Ying y el Yang”. Este símbolo representa las fuerzas antagónicas y complementarias de la naturaleza como la luz y la oscuridad, el bien y el mal, lo masculino y lo femenino, en armónica interdependencia creativa. Un círculo dividido en dos partes (una negra y otra blanca) en continuo movimiento. En cada una de las dos partes hay un círculo pequeño de color opuesto al de la parte, que significa El Ying dentro del Yang o el Yang dentro del Ying, es decir, por ejemplo, el componente femenino que todo hombre tiene y el componente masculino que toda mujer tiene. Masculino y femenino interactuando en perfecta armonía, para engendrar... hasta la vida misma.
Si seguimos por oriente, tenemos una versión más poética a cargo de Khalil Gibrán. En su exquisita obra “El Profeta”, cuando le piden al sabio anciano que les hable del matrimonio, les dice que los integrantes de la pareja deben estar juntos, pero también separados:
“Nacisteis juntos y juntos permaneceréis para siempre.
Estaréis juntos cuando las blancas alas de la muerte esparzan vuestros días.
Y también en la memoria silenciosa de Dios estaréis juntos.
Pero dejad que crezcan espacios en vuestra cercanía.
Y dejad que los vientos del cielo libren sus danzas entre vosotros.
Amaos con devoción, pero no hagáis del amor una atadura.
Haced del amor un mar móvil entre las orillas de vuestras almas.
Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de la misma copa.
Compartid vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd están separadas aunque vibren con la misma música.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero se adueñe de él.
Porque solo la mano de la vida puede contener los corazones.
Y permaneced juntos, pero no demasiado juntos.
Porque los pilares sostienen el templo, pero están separados.
Y ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.
El subrayado obviamente es mío.
Aparentemente, en este tema como en muchos otros, los occidentales estamos consumiendo gran cantidad de conocimiento pero nos estamos olvidando de la sabiduría. Algún retórico va a plantear lo desgraciado del rol de la mujer en la sociedad antigua china, y ni hablar en la árabe. Pero los que han escrito estas cosas han sido hombres verdaderamente sabios, y como tales, excepcionales dentro de su propia sociedad. No sé si los chinos y los árabes tienen la razón, pero ¿Podemos discutir lo que dicen estos escritos?.
Conservar la individualidad, amarse sin dejar de ser. Luchar juntos no implica que debamos ser iguales, todo lo contrario: socios, admirando en el otro las falencias de uno, sin acosarlo por las diferencias, respetándose como aliados en la lucha por la misma causa. Admiración, respeto, necesidad reconocida uno del otro ¿Amor?.
Algunos consejos:
Para los que comparten el negocio:
El consejo mas sano es... tratar de evitar a toda costa compartir el negocio. Si se puede evitar, mejor. No hacerlo por ahorrarse un sueldo porque se termina pagando muy caro en valores muchos más importantes que el dinero. Asociarse en pareja es un mal necesario cuando el barco hace agua, o cuando la confianza en el puesto a cubrir es vital y no existe entre los conocidos nadie disponible. Si es así, mejor seguir estos consejos:
El invitador le fija un sueldo al invitado. Si no lo puede pagar porque el negocio esta en baja, quedará como promesa en firme ni bien se pueda. Es importante que el invitado se sienta directamente reconocido económicamente y no explotado. Una estrategia excelente es la de cubrir primero los gastos de la empresa, luego los del hogar, luego mitad y mitad hasta cubrir el sueldo prometido para el invitado, y por último, el invitador retirará el resto. Abrir cuentas de ahorro separadas. Cada uno es dueño de su dinero y de hacer lo que quiere con él. SIN RENDIR CUENTAS.
Fijar posición: El invitador es el dueño y jefe de la empresa y NO va a dejar de serlo. El invitado tiene determinadas responsabilidades que cumplir, para eso acepta las condiciones.
El invitado, por ley, al ser cónyuge, podrá o no ser el dueño de la mitad de los bienes, pero NO de las decisiones.
Discutir sin pelear: Como en una relación jefe subordinado, o de socio a socio, con ese respeto, con ese tacto, pero con esa sinceridad que solo el cariño desinteresado puede dar.
El invitador no debe involucrar en sus riesgos al invitado: Nada de hacerle firmar cheques, ni préstamos, ni acciones, ni responsabilidades societarias. Es la mejor excusa para discutir y tomarse atribuciones. Es además, una imposibilidad de excluirlo de las decisiones.
Felicitar los aciertos y comprender los errores del otro:
Ya vimos que desde la perspectiva del cavernícola es un poco más sencillo comprender que ambos sexos tienen “defectos indefectibles” a la vista del otro. Los errores y las consecuentes pérdidas que se cometen por estas tendencias incorregibles son los principales factores de hostilidad en la pareja que se asocia. Esta hostilidad es creciente en la medida que se repiten las mismas situaciones, justamente por el carácter de incorregible del “defecto”. Esta hostilidad genera rencor y ese rencor hace que se tienda a no reconocer los aciertos que puede tener el otro, empeorando aún más la situación. Resignarse a los defectos “por naturaleza” del otro es lo razonable: Si nuestra pareja tuviese una pierna defectuosa ¿No habría que resignarse a caminar más lento, juntos?. Es cierto, a la pierna se la podría mejorar artificialmente, pero solo mejorar. Entonces discutir para mejorar, sin pelear y sin vanas esperanzas de cambio radical es una buena forma de no llegar a la pelea.
Recordar también que nuestra parte defectuosa por naturaleza, justamente es la parte sana del otro, entonces, establecida la discusión, hay que reconocerlo y aprovecharlo para que pueda hacerse la luz. Por ej:
Ejemplo clásico 1: La mujer percibe con su intuición que ese amigo del marido se esta acercando por conveniencia. No gana nada con ponerle mala cara cuando ese amigo llega a la oficina. Mucho menos con tratar de tonto a su marido. Con eso solo logrará que se cierre y se enoje. Simplemente con advertirle que intuye que ese amigo le va a pedir algo en algún momento, y que le va a fallar, hará reflexionar al hombre en cuanto se produzca esa situación prevista. Si efectivamente el amigo le falla, lo mejor que puede hacer el hombre es reconocerle a su mujer la intuición, y para la próxima... tenerla en cuenta.
Ejemplo clásico 2: El hombre apuesta fuerte al negocio, endeudándose. El hombre debería demostrarle a la mujer que solo se esta endeudando él, con el dinero de él. Debería explicarle el plan a la mujer y escuchar sus sugerencias, no sería nada raro descubrir que el plan es descabellado. Y si no lo es, debería tratar de disipar los temores de la mujer.
En miles de ejemplos más el factor común sería: Comprenderse, reconocerse, respetarse, apoyarse, razonar con la mente y el corazón abiertos, sumar virtudes naturales, tolerar defectos naturales.
No escatimar en atenciones y reconocimientos. Léase bien, “no escatimar” no quiere decir forzarlos, simplemente no reprimirlos por una “ imagen de seriedad” mal entendida ante clientes, proveedores y empleados. Una caja de bombones, una cartita, una flor, no quita seriedad y es algo estimulante de lo que sería ridículo avergonzarse ante los demás, muy por el contrario: Es motivo de orgullo.
Mezclar sabiamente el trabajo con el placer y jamás el placer con el trabajo:
Robarle a la rutina y al sacrificio momentos de placer, tiene un sabor especial: Un almuerzo romántico, una escapada al cine, un paseo de compras, un viaje de trabajo juntos, contribuyen a alegrarse de la suerte de compartir el negocio. Volver en el auto juntos al hogar, con buena música y arrumacos es gratificante y un buen preámbulo para desenchufarse y disfrutar como se debe el poco tiempo libre del resto del día.
Por otra parte es de pésimo gusto estropear hablando y/o discutiendo de trabajo los momentos de intimidad como la cena, la cama, o el fin de semana.
Capitulo aparte, no tan aparte:
Para los que comparten la administración del dinero:
Si bien en esta situación no existe ni la décima parte de la intensidad del conflicto, el mismo se produce incluso hasta cuando el hombre trabaja y la mujer no. El hogar es como una empresa que requiere planificación y administración. En esas decisiones a tomar, esos conflictos y planteos tienen una terrible semejanza con los de los socios del negocio vistos anteriormente.
¿Reparto o pozo común?:
Si trabajan los dos: Generalmente el que gana más se cree con más derecho a decidir sobre el destino del dinero.
Si trabaja solo el hombre: Generalmente la mujer pone en la balanza su trabajo de ama de casa y madre como un trabajo tan o más pesado que el del hombre, y tiende a pretender hacerse dueña de las decisiones del hogar y los hijos.
Aquí entonces, se plantea una situación en la que la alternativa más justa “Reparto de gastos” es la que genera más roces. ¿Qué hacer?.
No existiendo una fórmula exacta y suponiendo que hay amor (un supuesto que si dejamos de lado, este ensayo carecería de sentido, porque: ¿cómo recuperar o proteger lo que no existe?) conviene hacer una vista gorda sobre los derechos de cada uno, eliminar la matemática, ya que esta nunca se llevó bien con el amor. Una tendencia al pozo común, pero preservando dos pocitos individuales, quizás sería la alternativa menos conflictiva. Independientemente si trabajan los dos o no, o si uno gana más que otro, hacer un pozo común, tomar juntos decisiones de gastos comunes y la prioridad de pago. Establecer de común acuerdo una parte del excedente (si existiese) para ahorro y el resto dividirlo en dos “pocitos individuales” y gastarlo y/o guardarlo como a cada uno le parezca. Con esta alternativa, el que gana más se va a sentir perjudicado, pero que lo tome como el precio del amor, piense además, que en caso de divorcio la pérdida será más grande y que con los respectivos abogados serán 4 y no 2 para repartir.
No hay reproches de “no tengo qué ponerme” ni “mirá la tontería que te compraste”, porque cada uno usó parte de su “pocito” para la cuota de la boutique o la casa de pesca, para hacer un curso o (tanto mejor) para regalarle al otro lo que se le de la gana sin que el homenajeado ponga cara de “Y ahora cómo vamos a pagar esto”. Ponerse de acuerdo, tener libertad, gratificarse, gratificar. Esto no es justo... es maravilloso.
Alguno va a plantearme qué pasa cuando no hay excedente, y aún más: Cuando la plata no alcanza. Es el caso más fácil, ya que ninguno de los dos decide, porque suelen decidir las presiones y las circunstancias. El diálogo libre de egoísmos es la única vía. Aprovechar, como ya vimos, los dones de cada uno, para lograr la supervivencia, y mejorarla. La precaución de la mujer y la visión del hombre, son las mejores bases para superar la crisis económica, guardar para mejores épocas el derroche masculino y la posiblemente excesiva negatividad femenina originada por temor a que las cosas salgan mal. Precaución sin temor, visión sin derroche... ¿hay un camino mejor?.
Conclusión: La evolución consiste en comprender los orígenes.
El mundo cambió, y el ser humano, como ya vimos... parece que no tanto. Si podemos comprender al perro que instintivamente orina la pared en busca del árbol que ya no existe, podemos comprender los instintos de nuestro ser amado que buscan a ese garrote y esa caverna que existen pero de manera tan poco clara.
Esta intolerancia entre los sexos, no es la única prueba que existe como desfasaje entre el “progreso” y la evolución. El estrés, esa dolencia que azota a prácticamente la totalidad de la sociedad civilizada, es una prueba física de tal desfasaje. El estrés se produce en el cavernícola (y en TODO ANIMAL) en las situaciones en las que debe decidir si luchar o huir, durante esos segundos, el cuerpo se transforma porque se prepara para ambas opciones: El corazón bombea al máximo, se concentra azúcar en la sangre, segrega endorfina, se tensan los músculos; todo para luchar más fuerte o huir más rápido. Si lograba sobrevivir, el estrés concluía con la lucha o el escape, liberando todas esas acumulaciones y regresando en minutos a la normalidad. El estrés era cosa de instantes, una o dos veces al día como mucho. El Hombre moderno vive en un estado permanente de estrés, porque no sabe si luchar o escapar ante los estímulos permanentes a los que es sometido. A ese estado de ansiosa duda, le falta el desahogo de la bestia o del primate. Acumula presión y azúcar y se contractura todo el día, con las secuelas físicas que todos conocemos. Nadie duda del origen y las consecuencias del estrés como desfasaje físico y mental en los tiempos de evolución entre el hombre y su civilización. ¿Porqué nos cuesta tanto admitir el desfasaje psicológico?.
Al parecer, hay cosas que solo podremos cambiar con miles de años de adaptación, o que quizás no cambiaremos nunca. Hombres y mujeres de la modernidad, disfrutémoslas y... ¡Viva la diferencia!
Alejandro Racedo
|