Geocéntrico

Lo más cercano es el teclado; luego en proximidad geográfica le sigue el teléfono y la pantalla led del ordenador. Al Suroeste de la mesa se divisa una imponente ruma de documentos. También montañas de papeles foliados al punto del colapso. En buen chileno . En la cartografía general del escritorio también figuran: la agenda roja de Toyota; el taco de Latam; todos los directorios de teléfonos, sin excepciones; un perforador mirando hacia el poniente y los lentes Rayban de sol que costaron un octavo de alma.

Más allá de los límites del rectángulo saturado de artefactos y dataísmo; reina intimidante el abismo. Sobrepasar la línea de ese horizonte significa caer en la dimensión desconocida. Representa hundirse con todos los demonios del Alighieri juntos. Incluye tener que vérselas con una legión de bancos de seis cabezas y peor aún, con el área de recursos humanos. Osar ir un centímetro más allá de las fronteras del rectángulo, significa de pleno, quedar proscrito y expuesto al mismísimo averno o a un balín en el ojo.

Y si alguien tiene alguna duda, que vaya y pregunte en recepción por Otilio Romero. El mismo que el otro día llegó acá diciendo que la tierra era redonda. Inclusive subió un tiktok sosteniéndolo el muy chingón. Se fue cagando en tres tiempos; finiquitado ipso facto por subversivo y sin ni uno en los bolsillos. Dicen las malas lenguas que todavía no encuentra pega en ningún lado; que el banco lo hizo chilpes; que sus hijos terminaron en una escuela municipalizada y que para salvar la olla, vende completos en avenida Colón.

-Cao Carvajal