LA TELARAÑA…

Me gusta el color verde; con frecuencia este me remite a mi niñez, al verde a veces claro, espontáneo y divertido, a veces profundo, misterioso y tremendo de las montañas de mi pueblo… cuando estaba triste miraba la gran montaña que custodiaba mi casa; entonces imaginaba mil historias; fruto de esos míticos cuentos andinos que se convierten en duendes encantadores esenciales en tu vida. Me gustaba también la apariencia verde clara que toman algunas montañas jóvenes después de una intensa temporada de lluvias. Me gustaba el olor a fertilidad que tenían; ese fue el olor esencial de mi adolescencia…
Ese día viniste vestido de verde; camisa verde claro y pantalón verde oscuro para ser más precisa; como si quisieras recopilar mis gustos y de paso mi historia. Mis ojos entre tímidos y sagaces sondeaban el momento presente; el pequeño pedazo de historia “verde “que tejíamos juntos. Tu deseo se convirtió en esa estúpida pero genial espontaneidad que lo delata a uno sin importar lugar, personas o situaciones y no lo niego aunque permanecía callada estaba complacida; feliz.

Todo comenzó a fallar cuando mezclaste al pedacito de historia “verde” que tejíamos los colores egocéntricos de la rutina y la ignorancia…
Decidí entonces sin mucho ruido y totalmente adueñada de la situación; retirarme del pedacito de historia “verde” que juntos tejimos y dejarte solo tejiendo tu propia telaraña…
ahora de lejos; algunas veces te observo y me divierto, y ¿por que no? Aguardo el momento en el que tu mismo termines de tejer tu telaraña y caigas en ella.