I.
El almacén está obscuro. No sé desde hace cuanto tiempo estoy aquí. La noche es fría.
Mil cosas giran en mi mente. El pasado, Rebeca.
La lluvia te trajo con su canto. Tu vestido estaba empapado, tu cabello era fuente de ríos; temblabas de frío y de miedo – no temas- te dije y traté de abrazarte, de protegerte. Comenzaste a llorar – voy a salvarte -, tu llanto se convirtió en sollozo. Entonces quise poseerte. ¿Por qué te negaste? Las caricias terminan en tu hermoso cuello y se prolongan con más y más fuerza ante tu rechazo.
¿Ya ves? ¡No quería hacerte daño!, pero irrumpiste en mis recuerdos.
II
- ¿Pues qué es lo que buscas, Rebeca?- Pregunté aquel día.
- Un idealista, un héroe, un hombre protector, erudito, sabio y leal- dijiste.
... Pobre de ti. ¿Sabes? No existe.
Acaricio su rostro, no hay nada más suave que su piel, ahora inerte.
...te entregabas esperando lo eterno, buscando a alguien destinado desde el origen. Pero no hay sentimiento tan grande, pasión tan loca, idea tan perfecta que puedan contenerte, ¡te desbordas!
III
Sólo se oye el rumor de la lluvia.
De repente un relámpago. – No, no, no te asustes; a ver ¿Qué es lo primero que piensas cuando ves el sol?... ¿No respondes?, tan fría como siempre.
IV
Oigo pasos -¡Cúbrete Rebeca, te verán desnuda!.. Por fin un poco de luz...
Tu rostro, no eres - ¡Rebeca!, ¡Rebeca!
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