Tengo ganas de gritar, pero mi garganta se cierra y ahoga desafortunadamente al grito. Nada me libera. Quisiera llorar, pero las lágrimas son esclavas de mi mente, y ella no quiere ser débil...sentimientos, ¡abstenerse! Quiero vivir, pero la abulia me reprime y desde lejos, muy dentro de mí, el murmullo de las ganas apenas se oye.
Quiero emprender el viaje por el mundo, utopía y sueños que no se desvanecen con los años. Sigo alimentándolos. No los dejaré de lado. Aun no. Tal vez si otros sueños aparecen...me desprenderé de ellos y me aferraré a los nuevos...
Pero sólo (y sólo) si prometen ese mundo de paz, justo y nada perverso que ni siquiera existe ya en los cuentos.
Peleo. Pero no tengo el rencor suficiente como para odiar a mi adversario y enfrentarlo. Sólo quiero cambiar esas cosas que tanto nos dañan, que nos llevan a matarnos unos a otros (¿quién nos salvará de nuestras “humanidades”?)
Quisiera cerrar los ojos y sentir la brisa del mundo en mi cara y respirar aire puro, y sólo pensar en el verde del pasto que mis pies inocentemente aplastan.
Quisiera pensar sólo en esa sensación de libertad tan pura como simple (porque no absurda). Quisiera estar y ser. Sólo eso. Vivir y que los demás vivan. Y que lo justo sea justo y la paz sea tan real como el aire que respiro.
Pero mis sueños superan a mis ganas...y el grito enmudecido del comienzo respira en mi garganta y abofetea al silencio que me abrazaba.
Despierto...mi utopía me delata...ese mundo lejano en mis sueños...imposible realmente...vence a la razón de mi mente...y las lágrimas rompen sus cadenas...burlándose.
Utopía de vivir y estar viva...fuera de contexto.