- ¿Estarán mustias o frescas las rosas del jardín de la muerte? –Me dices con una sonrisa- y sus concubinas, amantes de sus huesos, gozadoras de su carne inexistente; ¿serán cadavéricas arpías o ninfas ultraterrenas? misterio maldito que nubla la voluntad y que no comprende la paradoja del deseo de vivir en muerte, o de morir en vida. Amor mío, déjame ir, después de todo ¿qué es morir, sino un sueño del que nunca despertamos? y yo sé que te encanta dormir, ¿Acaso cuando dormimos juntos no somos felices?
Me miras, con lágrimas en los ojos, maldita traidora, desertora... no quieres otra cosa que abandonarme una vez me enamoraste, y dejarme a vivir en este maldito desierto, vengarte del mundo y sus vicisitudes dejando en mí la huella de tu perdurable sufrimiento, de tu alma torturada cuyo cuerpo, cuya conciencia o lo que sea abandona este desierto.
- Por favor... soy demasiado infeliz y ya no puedo más, no puedo soportar más sufrimiento, no puedo, aunque quiero, acompañarte en este mundo, es demasiado cruel para mi, es demasiado frío. Por favor, amor mio, no me odies por morir.
Malditas palabras vacías, ¿por qué no decir "me marcho" y nada más? cada sílaba con que te excusas me mutila, pues sé que sabes cuanto me hieres y aún así me lastimas, y me duele, por que te amo y quieres morir.
- Déjame abandonarte en paz, mi amor, lo siento mucho si te hago sufrir, pero si me amarras a una vida como la mia, me haces sufrir a mi, mucho más de lo que puedes imaginar.
Y Lloras, y me haces sentir culpable como si quererte viva fuera una traición, y lloro contigo como un condenado a la sentencia que sale de tus labios.
- Adiós, amor mío... ya mi cuerpo no soporta más. Por favor, no me odies, no puedo quedarme, cariñito, entiéndeme. Te juro que me gustaría quedarme, pero ya no puedo mas: mis piernas están quebradas, mi carne de derrama, y ya casi no queda sangre, cariñito, en mis venas.
Y mueres, maldita, y lloro, y estoy solo en el mundo... y alrededor mío, sobre tu cuerpo exánime, revolotea el cacharro que te golpeó en la calle, y el viejo gordo que lo conducía, y una ambulancia, y un montón de cretinos que no tienen algo mejor que hacer que mirar.
Y mis lagrimas chapotean en tu sangre y se van escurriendo por el pavimento, y mi pecho parece explotar de pena, y un millón de garras de fuego y de escarcha me hielan el alma y me escaldan el corazón, y no puedo hacer más que llorar y maldecir a los dioses por perderte... y un aullido desgarrador nace de mi alma misma, un aullido que parece no terminar nunca.
- Mamá!!!
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