El canto del cisne
En un hermoso lugar a orillas de un lago y rodeado por un frondoso bosque sucedió este bello cuento, parte realidad y parte una fascinante fantasía.
Estoy sentada a orillas de un lago solitario rodeado de un añoso bosque. Sus principales afluentes son los ríos formados por los glaciares de las montañas circundantes. El silencio es total, interrumpido circunstancialmente por el graznido de los patos y gansos salvajes, habitantes de estos parajes de ensueño.
El lago y su entorno se encuentra en la República Eslovaca rodeado de altísimas montañas, frondosos bosques y una naturaleza inigualable. Fue proclamado como "Patrimonio de la Humanidad", y su enorme belleza atrae diariamente a visitantes de todas las partes del mundo.
Al conocerlo he decido quedarme por un tiempo. Me encantan las horas del atardecer y así, sentada en la fresca gramilla, observo el lago y sus habitantes.
La tarde languidece, las aguas se aquietan y patos y garzas buscan la orilla y su refugio para su nocturno descanso. Los reflejos dorados y escarlatas
del sol en su ocaso cada vez más penetran en las aguas y de repente explota el lago en un inmenso fuego que se apodera de él; pero las sombras luchan vertiginosamente por cubrir todo con el manto de una profunda noche.
Esa belleza motiva mi diario regreso; pero hoy presiento algo extraño en el aire. La quietud del lago y del bosque parece distinta, misteriosa, nueva; veo el reflejo de las aguas, las sombras alargadas, el suave acariciar de la brisa sobre el lago y entre la blanquecina neblina diviso una silueta de algo acercándose a mí.
De pronto se visualiza una forma fantástica, bella suave, erguida, de un hermoso cisne, como salido de un cuento de hadas. Su cuello y su cabeza, ligeramente inclinados, llega a la orilla y saliéndose del lago camina a mi encuentro… No animo a moverme y hasta mi respiración cesa por momentos; y mi mente invaden las preguntas: ¿Sueño o la fantasía se apoderó de mí? Pero el cisne avanza, sacude sus alas, se para enfrente al alcance de mi mano y me observa; sus ojos se cruzan con los míos y es como si nos hubiésemos conocido desde siempre.
El cisne avanza, su porte es espectacular; ya está junto a mí. Ahorra su esbelto cuello y su cabeza recorren mi rostro, me picotea con suavidad, acaricia mi pecho y de repente se cobija en mi regazo. Aquí permanece inmóvil, dejándose acariciar. Abrazo sus alas, beso su pico haciéndome la pregunta: ¿Es sueño, es realidad o es fantasía ¿ pero el contacto físico me revela la veracidad del suceso.
En ese instante las aguas quietas del lago y los árboles del bosque susurran suavemente melodías de un amor perdido.
Mi cisne y yo perdemos la noción del tiempo. Luego, y ya de noche vuelvo al hotel sin poder entender ese momento extraño y vivido.
Al otro día vuelvo, nuevamente al atardecer y ansiosa espero el acontecimiento. Se repite todas las noches y por varios días mientras dura mi estadía allí, preguntándome cada vez:¿Qué maravilloso poder sobrenatural provoca esta fantasía, o, realidad? Curioso que de día mi cisne no aparece y al indagar nunca nadie lo ha visto.
Pasan dos días de una intensa lluvia sin poder ir al lago. La furia desencadenada de la naturaleza en las montañas es mil veces mayor que en los llanos. El viento brama, los rayos iluminan constantemente el cielo y los truenos se suceden a cada rato. Dos largos días con sus interminables y fantasmagóricas noches sin poder ver al misterioso cisne. ¿En dónde se oculta, dónde halló un refugio? Preguntas que martirizan mi mente sin una respuesta lógica…
De noche llegan turistas contando una misteriosa historia sobre un cisne blanco a orillas del lago, visible en cada iluminar de los rayos, gritando desesperadamente y con dolor, llamando a alguien lejano.
Horrorizada salgo, en medio de la tormenta y tropezando con los obstáculos de una noche oscura llego desesperada al lago. Desde lejos diviso a mi cisne batiendo con angustia sus alas, gritando dolorosamente.
Con un salto estoy al lado de él, tomo en mis manos heladas su fino cuello y lo estrecho sobre mi pecho en un largo abrazo. Creo que hasta nuestros corazones dejan de latir por un tiempo.
Luego mi fiel amante reclina su cabeza y al parecer lentamente entrega su vida con un canto peculiar…Impotente de revertir la situación, lo dejo volar hacía el cielo. Una última mirada en una noche oscura, desgarrada por la furia de una tormenta sella el fin.
No recuerdo los sucesos del amanecer; talvez mi mente se niega a recordar, pero a veces de noche, al despertar, veo dos ojos negros igualitos a mi cisne y siento su suave pico recorriendo mi rostro.
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