Año a año, diciembre a diciembre, se festeja en todo el mundo la Navidad. Muchos son partícipes de esto y aunque la condición de religiosidad es la que da pié al festejo, quizá esto poco tiene que ver con lo que convoca ese día.
Navidad, ¿una festividad puramente religiosa o quizá sólo una excusa para reunir a la familia?; ¿ un encuentro cimentado en lazos amorosos o un producto comercial?. ¿ Es que acaso somos fieles a convicciones personales o el marketing logra llevarnos de las narices? ¿ tenemos realmente esa cuota especial de espiritualidad que hace que rindamos tributo a la natividad de Jesús o somos puramente consumistas?
Muchísimas reflexiones pueden desprenderse de estas preguntas. Y es que quizá el hecho de plantear a la Navidad como un evento estrictamente religioso ha de generar miradas extrañadas confusas en la incoherencia que nos sumergen al ‘vendernos’ la Navidad.
Así es, ¿acaso no lo ven del mismo modo?. La Navidad se nos plantea como un paquete perfecto, la excusa ideal para distenderse a fin de año, una forma de desligarse de los problemas acarreados desde ese marzo estresante que te sume en una rutina muchas veces agobiante.
Poco es lo que se conserva del verdadero significado de la Navidad. Quizá no son muchos los que lo entienden, o lo que es peor, lo conocen pero pocos lo hacen sentir.
¿Quién culpa a la simpleza? ¿ acaso no es eso? Es mucho más simple resumir a la navidad con un pan dulce, una buena comida y unos cuantos regalos en disfraz de ‘Papá Noel’.
Pensemos un poco ¿ cómo nos muestran las publicidades a la Navidad?. Para empezar se me vienen en seguida los colores que se plasman como manchas simbólicas en mi mente: rojo, verde y blanco; por todos lados y de mil formas. El infaltable gordito cachetón, con una barba enorme y un bigote simpaticón; generoso y acaudalado hasta la médula, con un poder de omnipresencia que lo hace recorrer el mundo en unas cuantas horas ¿acaso será cierto lo de los renos o quizá es cierto lo del trencito de coca- cola y todo el apoyo comercial? Definitivamente si Papá Noel existiera se llenaría de sponsors, el mecenazgo perfecto. Quizá por ese lado ‘curra’ con los juguetes, quién no quiere ayudar a que regale sonrisas envueltas en papel metalizado.
Así también al parecer tenemos una navidad que se viste de pinos muy verdes, mucha nieve y comidas recargadas en calorías. En fin, consecuencias de nuestra dependencia nórdica que nos hace pensar que eso también nos pertenece. ¿ Cómo no, verdad? Mi diciembre de cuarenta grados a la sombra poco tiene que ver con eso, pero bueno We are so international.
Y así estamos en un festejo típico y conflictivo. Una ocasión para ver la cara de todos los parientes que no vemos en todo el año, hacer un resumen de lo acontecido, recordar vivencias; un elemento que recurre a la imaginación de los chicos que esperan sus regalos de una manera mágica y de suspenso, y al mismo tiempo desarrolla el ingenio de aquellos padres encubridores cómplices del gordito cachetón; así también, inspira la habilidad culinaria de las señoras que se esmeran por preparar un banquete divino y de aquellos parrilleros natos que asan los lechoncitos crocantes, pollitos dorados y asados ¡de la ostia tío!. Y así infinidad de representaciones...
Ahora bien, ¿qué es la Navidad? ¿qué tendría que significarnos?.
Navidad, es recordar que el amor existe. Que hay alguien que nos ama y que fue capaz de mandarnos a su hijo para salvarnos.
¿ De qué forma?... de la manera más humilde vino el Hijo de Dios al mundo; se le cerraron muchas puertas y luego de andar golpeando corazones por un largo trecho alguien los oyó para que pudieran construir nuestra historia. Esas tres almas que entregadas al deseo divino se encontraban solas en lo terrenal, mas con la compañía espiritual absoluta de Dios. Y así, en un pesebre nació Jesús; en ese momento el hombre más grande fue un niño pequeño de padres humildes, pero con un arma muy poderosa: el amor.
¿Crees en el amor? Sí crees en él también crees en Dios y en su hijo Jesús, porque signo más grande de amor jamás existió. Dios sabía que aquella alegría de su hijo en la tierra que iluminaría el cielo y transformaría la historia a cada paso, terminaría con la muerte en la cruz, con la pasión desenfrenada, el sufrimiento injustificado, la tristeza, el temblor, un cielo que llora la decadencia de un mundo que no tiene clemencia, que carece de amor.
El mensaje de Dios es que amés porque: amar es entregarse, es aceptar, perdonar, ayudar, esperar; amar es dar lo mejor de vos; amar es creer en Dios, es seguir sus pasos, es ver que sus pisadas están junto a las nuestras....
Esta Navidad, recordá que es el cumpleaños de Jesús y tratá de hacerle el regalo que vos sabés puede estar esperando de vos.
Jesús está en el corazón de todos los que te rodean y necesitan de tu ayuda, regalales lo mejor de vos.