I
En la nada estaba Juan y su mente. La nada era negra y obscura. Fría y un tanto lúgubre, pero mas allá que cualquier adjetivo, la nada, era la nada. Era vació. Ahí estaba Juan y su mente. Pero aceptémoslo, una mente es algo abstracto, algo que si no esta acompañadote un pensamiento no existe, por lo tanto en la nada la mente de Juan no podía existir. Así pues, en la nada ya solo estaba Juan, un hombre sin mente, sin pensamiento; en la nada, ya no quedaba nada. Ese era el fin.
FIN
Si le ha gustado el cuento y quiere conocer otro final, solo tire un dado. Si el resultado esta entre uno y cinco, lea la parte II, si sale seis o no desea seguir leyendo, cállese y siga. Al fin y al cabo en este cuento mando yo (El Autor)
II
Todo comenzó (o finalizó, por que no) el día en el que Juan le grito a su madre. Un moralista hubiese dicho que el final de Juan en la nada, era merecido por haber sido grosero con su progenitora, mas no hubiese pensado igual de haber estado en los zapatos de Juan.
A Juan todo el mundo (incluyendo su madre) la hablaba en oraciones monofónicas constantemente. Siempre oía cosas como:
-come-compra-calla-bebe-ama-vive-sueña…
Algunas veces se lo decían rostros lindos, viejas rudas y una que otra vez rostros jóvenes. Se lo decían voces claras, jocosas o puras tomando como medio el aire, la televisión o su teléfono.
Un día no pudo más y gritó.
Horas después se encontró en la nada separado de su mente, haciendo parte de la nada. Ahí como lo sabemos encontró su fin.
FIN
Si quieres saber que sigue después de este final (siempre hay otro fin después del fin) tire dos dados. En caso de que salga un número primo (2, 3, 5,7, u 11) continué leyendo, si sale algún otro número, igualmente lea. Lea. Lea. Lea.
III
Al contrario de lo que creía nuestro despistado moralista (lea) Juan no fue mandado a la nada por haber gritado, sino por el contrario, fue mandado a la nada por no (lea) haber seguido gritando (comprenda). En efecto Juan no tuvo el valor para seguir gritando. Tuvo miedo (descanse) y la voz de su madre lo aplastó aun más:
-Cállate, le dijo. Atrevido, continúo.
Esa noche entre sollozos de amargura, Juan y su mente se separaron. Fue entonces cuando se fundió en la nada (comprenda). Lo último que escuchó fue una voz joven y dulce que provenía de la televisión: cómprala y disfrútala…
FIN
Si quiere conocer el epílogo, tire una moneda al aire si cae cara gano yo, si cae sello pierde usted. Yo digo que lea mi epílogo ¿qué dice usted? (no diga nada obedezca).
EPÍLOGO
Juan nunca abrió su cremallera; porque has de saber lector, que todos tenemos una cremallera entre nuestra mente y la lengua, la cremallera que encierra la locura que rompe y crea reglas. Entre la mente y la lengua encerradas por una cremallera, están nuestras alas. Ábrelas, ábrelas, ábrelas…
Por fin.
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