Todavía siento metido en mi nariz el fuerte olor de las flores. Incrustado en mi olfato, recordándome el mal momento, como fijado eternamente en mis sentidos.
Me duele la cabeza, y tengo los ojos tan hinchados que apenas puedo abrirlos. Arden, duelen y huyo del espejo para no ver mi horrible reflejo.
El cansancio ha invadido de tal manera mis huesos que ya siento nada. Mis fuerzas me han abandonado.
Nadie nos enseña como es el dolor de una pérdida. Nadie nos dice que se debe hacer, ni que decir frente a la muerte. Yo siempre decía los mismos tópicos, que todo pasa, que la vida y el tiempo ayudan a acostumbrarse. Pero ahora esas frases me parecen poco. Las palabras no alcanzan para sacarme de este pozo. Las oraciones se quedan cortas frente al inmenso vacío que siento.
Tengo frío y miro la puerta como esperando que llegues. No tengo ganas de nada. Ni siquiera quiero pensar en algo, no deseo imaginarme la vida sin ti.
El destino hoy nos ha separado. La fría muerte se ha interpuesto entre nosotros y me quedo sola. Sola, esa palabra si que duele, sola, soledad, me repito esa palabra mil veces. Yo, sola? Quién lo iba a decir .
Se cruza en mi mente tu sonrisa y duele. Siento el suave perfume de tu piel en el almohadón de tu sillón. Y tus fotos parecen burlarse de mi tristeza. Recorro cada rincón de la casa donde sin querer voy hallando cosas tuyas. Tu agenda, el libro que quedó a la mitad. Una nota en la nevera que me recuerda tus te amo. Tus medias tendidas en la cuerda del lavadero. Hay tanto de ti en todos lados que se me hace imposible soportar este presente que tanto me lastima.
Cómo hago para decirle a mi corazón que ya no estás? Cómo explicarle a mi deseo que tu cuerpo ya no me pertenece? Cómo avisarle a mi mente que debe empezar a olvidar?
Hoy no hay respuestas. Hoy solo hay olor a flores marchitas que me descomponen. Hay dolor que hiere profundo y lastima. Hay un cielo negro y sin estrellas. Hay silencio y soledad. De nuevo esa maldita palabra… soledad.
Hay miedo, incertidumbre . Hoy no sé que va a ser de mí.
Resuena tu risa contagiosa en mis oídos como música que por unos segundos me arranca una sonrisa. Pero no me alcanza. Es mi primera noche sin ti. Que nadie me diga lo que debo decir o lo que debo hacer. Solo mi alma y yo sabemos lo que sentimos.
Me meto en la cama y abrazo tu almohada. Me tomaré un calmante que al menos, ayude a este cuerpo a descansar. Mi alma no necesita calmantes. Mi alma solo te necesita a ti.
Ausencia. A eso huele nuestra casa hoy. Ya pasará le digo a mi alma tratando de convencerla. Hay algo tuyo que vive en mi y me acompaña. Eso me ayudará a olvidar.
Empieza a llover, siento el golpe inquieto de las gotas en la ventana. Hasta el cielo hoy llora por ti. Es tu ausencia la que llora, es tu partida la que lloro.