Tu hermosura es eterna, va más allá de todas las cosas. Si alguna vez desapareciera el mundo, su idea seguiría viva, y así como ella, la idea de belleza viviría y la homologaría tu ser.
Cada vez que mi mano toca tu tersa piel, acaricia un guijarro de porcelana que se hace durazno y encarna la más preciosa batalla entre músculos y movimientos.
Hábil lengua que se ensarta en mi boca como arpón de tiburones, capaz de hacer que cualquier herida retraiga sus bordes, y obra sentir el exquisito símil sabor de frutilla con semillas, en forma de elixir.
Mi fiel ejecutora de curvas y desarrollos, que podrían infartar a millones de almas en un instante, me causan sublimes injertos de incienso, inflamables pero deliciosos en mi cuerpo, como una pertenencia mutua, que se une, entrelaza, funde y retoma, ese milagro que es tenerte sobre mí.
A ti, golondrina con vuelo majestuoso, inspiración de los oráculos y profetas, a ti debo toda mi intensidad, a ti debo toda mi candecencia, a ti.... debo todo mi amor.
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