La música es un movimiento sonoro de comportamiento, que mueve masas y levanta pasiones.
La relajación, el pasatiempo o joby y hasta una profesión, definen a la música como un entorno internacional lleno de relaciones y cubierto de un sentimiento común que arropa a todas las personas independientemente de su raza o sexo. Se convierte pues en un método de paz y de concienciación.
Por motivos burocráticos, la música ha sido convertida por nosotros en una " máquina de hacer dinero ", ya que no solo la música en estado puro, es lo que interesa. De ella comienzan a surgir diversas ramas musicales con sentimientos y hasta designios distintos.
Estos sonidos de comportamiento, merecen la pena cuando se utilizan para descubrir nuevos sentimientos o dar un toque especial a la vida y se oscurecen cuando empezamos a darles subjetivamente valores superficiales, teniendo como trasfondo la malversación de la educación de muchos millones de jóvenes.
Lo puro de la música debe persistir como un arma de doble filo, en busca de la obtención de la liberación de nuestros egos reprimidos y como atenuante de cara a una felicidad total, una felicidad completa, llena de diversión y ocio, siempre a merced de las buenas acciones.
En nuestro siglo, existen muchos movimientos musicales modernos y como consecuencia, se derivan muchos gustos, que a veces se critican por ser grotescos y pocos socializadores. El pop, el rock, el heavy; son sonidos que alimentan al gran público, a aquellos que buscan emociones a diferentes niveles.
Otros sonidos, aparecen en contraposición a los modernos, son los tradicionales; los puros llenos de carácter por su antigüedad y su sabiduría. Son menos eufóricos, pero sí más tranquilos y serenos.
La música clásica es la más conocida y sincera, por estar llena de sencillez, pero que siempre llega al alma de forma autoritaria, con una fuerza pura capaz de arrastrarte al mundo filosófico de sus autores. Después vemos a la New Age, pausada y a su vez con notas de euforia y melancolía, capaz de sacarte de tus casillas y de dormirte al mismo tiempo, en el brazo de hierro de una silla.
En definitiva, la música sigue siendo un orgullo popular, cubierto de un aroma especial que la hace grandiosa, sensible, cultural e imprescindible.
|