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Yo solo quería un café y de pronto quedé indefensa ante tu voz y tu mirada.

A diferencia, buscabas un vaso de ternura y compasión, yo necesitaba creer en algo u alguien y frente a mis ojos se hallaba tu sonrisa, sincera y limpia de los pecados que nos proporciona el diambular cotidiano de la vida.

Quise ocultar mi debilidad ante tu presencia, llene mis pulmones con los besos mortiferos de mi único y fiel amante, que con cada caricia ofrece dosis nocivas de alquitrán y nicotina.

Tú en cambio deseabas mostrar la frágilidad de tu alma, sin ocultarte tras la mascara de la felicidad; y ví la soledad que te embriagaba.

No pudimos entendernos y ocurrio lo mismo que pasa siempre con los amantes más antiguos, El Sol y la Luna.

Todos los dias nos sentabamos a tratar de ganar una lucha de orgullo y humildad, tú perseguías mis manos que como tempano de hielo sentían el calor de tú amor y temían deshacerse.

No hubo súplicas, ni ruegos suficientes que pudieran quebrantar el corazón de piedra que habitaba en mí.

Las balas de confianza fueron burladas por la indeferencia de mi ser.

Sin embargo todas las tardes acudías a mi encuentro, con la única esperanza de cambiar mis sentimientos.

Yo engrandecía mi vanidad, como las estatuas antiguas me ponia frente a tí, para dejar que admiraras y veneraras mi belleza.

Hasta que un día ya no pude más, acudí a la cita con la mejor ropa, dispuesta a confesar mi amor, esa tarde no llegaste, busque en los cientos de rostros alguien que pudiera darme una noticia tuya.

Diambule como loca por los lugares que recorrimos, reviviendo a cada instante tus palabras.

Temí perderme y te perdí, exhausta de buscar, caí rendida en el lugar del que nadie sale, ante el silencio característico de aquel recinto, observe la lapida que utilizaba de asiento.

Un aire fresco recorrio mi alma, y un rayo de luz ilumino mi rostro... la tierra aun blanda, acababa de ser arrojada, Tu nombre estaba escrito ahí, en vano era llorar, sin embargo no pude reprimir unas lágrimas.

El tiempo para tí se había agotado y la oportunidad de amarte para mí se habiá esfumado.

Texto agregado el 28-11-2004, y leído por 159 visitantes. (0 votos)


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