Los sentimientos se mezclan,
como el sudor de mi frente lo hace
con mis lágrimas…
sí, son lágrimas las que empañan mi cordura.
Como entender lo que sucede?
Si apenas te vi hace dos semanas…
y ahora tu ausencia llena todos los rincones.
Quedan los recuerdos, que socavan la indiferencia
tristes, pesados,
muy recientes como para ser asimilados.
Lo primero al verte, era tu sonrisa,
siempre precedía cualquier cosa,
aún en los últimos tiempos, los más difíciles.
Luego te embarcaba el orgullo,
estoy seguro de eso,
por como mirabas mi delantal y mi fonendoscopio,
como si fuera tu hijo.
En esos días de hospital, tu lucha incesante,
se hizo notar.
Tu esposa, tus dos hijas…
qué mejores razones para continuar, no?
Hace apenas dos semanas te vi,
supe que nuevamente
ocupabas esa conocida cama de sabanas blancas.
Llegué a verte, tratando que mi preocupación
no se hiciera notar…
Pero no fue necesario.
Por primera vez, de todos los años compartidos,
observé un profundo cansancio en tus ojos.
La lucha,
estaba llegando a su fin,
y la tristeza que te rondaba,
se debía exclusivamente a tus tres bellas ángeles.
Me imagino que te preguntabas:
“Habré hecho las cosas bien?
Me quieren mis hijas, mi amor?”
Y aunque supieras todas esas respuestas,
un padre nunca esta tranquilo.
En esa ocasión,
La última vez que hablamos,
No fueron necesarias tantas palabras.
Ese sincero apretón de manos,
Esa energía que transmitías desde tu lecho,
me llegó profundamente al corazón.
Y lo que siguió es historia conocida,
Le dijiste a Dios que ya estabas listo,
Que ya habías formado una hermosa familia,
y que el sufrimiento era demasiado…
Tú sabías que todos te íbamos a llorar,
pero era necesario,
se cumplió el tiempo en esta vida.
Y así, ese día, los ángeles llegaron a buscarte,
ya sin dolor, sin molestias,
Una sensación que hace mucho tiempo no disfrutabas.
Miraste por última vez a tus seres queridos,
y tuviste paz.
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