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Inicio / Cuenteros Locales / 182 / Andrés y la calle

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El era un chico aventado, algunos decían que era valiente, otro que era audaz, pero la verdad es que fingía serlo, sólo para ocultar su gran secreto. El era Andrés, tenía 17 años, y estaba en cuarto de media, vivía en una quinta en Miraflores; su casa era pequeña, pero acogedora, como el solía decir.

Sus padres, Julio y Elizabeth no se preocupaban por él, trabajaban mucho y sólo lo veían los domingos y algunas veces cuando Andrés de quedaba hasta tarde viendo televisión, tal vez fue ese el motivo por el cual repitió de año. Ambos vendían repuestos para autos en un local informal del Rímac.

Estudiaba en el colegio “Belaúnde”, en la Victoria; todos los días se levantaba a las 7 de la mañana, justo para alistarse e ir al colegio, no tomaba desayuno, a sus padres los trataba con desprecio, como si les tuviera odio por algo, sólo el sabía el porqué.

Parecía una rutina diaria, siempre llegaba tarde, siempre se sentaba en el fondo de la fila, y leía una revista, esperando que el profesor de turno le llamara la atención, y aunque así fuera siempre encontraba una forma de evadir el castigo, apenas sonaba el timbre al recreo, Andrés era el primero en salir.

Aunque no lo quería aparentar era muy bueno jugando fútbol, el profesor de Educación Física se dio cuenta de ello y lo llamó a entrenar con la selección de su colegio.

El fútbol era lo único para lo que era bueno, cada examen lo reprobaba, cada hoja de tarea la devolvía en blanco, era un ejemplo de rebeldía, ello fue admirado por todos.

Le gustaba fastidiar a los profesores o mofarse de ellos, les ponía apodos a sus compañeros, y a pesar de ser bajo de estatura y delgado, siempre andaba buscando pelea en todos lados.

Saliendo del colegio, a las 2 de la tarde, se iba con sus compañeros a fumar un cigarrito o a beber licor en los parques aledaños, sus amigos Pedro, Jonás y Enrique siempre le decían que pare de tomar, pero el los ignoraba y seguía haciéndolo, para demostrarles que es muy hombre.

Sus amigos lo dejaban sólo y se iban a conversar con chicas de otros colegios cercanos, a él no le importaban las chicas, sólo el trago y los amigos.

Siempre llegaba a su casa pasado el atardecer, a las 8 de la noche o más, comía, se bañaba y de frente a la cama.

Toda esa rutina cambió cuando llegó al colegio, alguien idéntico a él, su nombre era Gustavo, y había sido expulsado de su colegio anterior por una agresión a un profesor. En un principio sintió que alguien había llegado a quitarle “nombre” en el colegio, pero después descubrirá que será Gustavo quien le cambie la vida.

Se conocieron mejor con el pasar de los días, y se convirtieron en amigos inseparables, iban juntos a todos lados, hasta en la salida, se iban a tomar juntos, Gustavo le enseñó cosas que Andrés nunca había experimentado ni visto, le enseñó lo que eran las drogas, lo que era robar; pero nunca, lo que era una mujer.

Finalizó el año escolar, y Andrés había pasado de año, sus padres le regalaron una moto, no midiendo las consecuencias que podría traer este obsequio, Gustavo, Enrique, Pedro y los demás se iban de viaje con sus padres por todas las vacaciones.

Pasaban las vacaciones, y lo único que hacía Andrés era pensar en los momentos que pasó junto a Gustavo, en lo parecidos que eran y en eso se dio cuenta que sentía cierta atracción por él.

Ambos se encontraron cuando empezó el colegio; pero, algo cambió en Gustavo, ahora estaba más distanciado de Andrés, este no lo entendía, pero igual siguió tomando, fumando y drogándose por las tardes.

En el fondo Gustavo se sentía extraño, por un momento creyó estar mal de la cabeza, pero descubrió que estaba enamorado.

Ambos sabían lo que sentía pero eran demasiado orgullosos como para aceptarlo, además tenían una reputación que cuidar, así que, siguieron como siempre, molestando a sus compañeros de clase, a los profesores, a la gente; continuaron fumando y tomando, hasta que Andrés fue diagnosticado con cirrosis.

Ambos se preocuparon mucho, Andrés fue expulsado del colegio y obligado a terminar su educación secundaria en un Colegio Acelerado.

Andrés se sentía sólo, muy apenado, la ira hizo que llegara a agredir a su padre; todos los días calculaba la hora de salida del colegio “Belaúnde” e iba con su moto a ver a Gustavo, y así fue día tras día hasta que los encontraron.

Fue un día viernes, ninguno de ellos lo olvidará, estaban en el parque agarrados de la mano, en eso sus compañeros los encontraron, y corrieron el chisme por todo el colegio.

No les quedó otra que aceptarlo, el fuerte Andrés tuvo que aceptar su homosexualidad, nadie lo podía creer, todos pensaban que se trataba de una broma de mal gusto, pero era verdad.

Llamaron a los padres de Gustavo, y estos lo echaron de su hogar, Andrés empacó sus cosas y se fue de su casa, solos, Andrés, Gustavo y la moto, comenzaron una nueva vida, nadie los volvió a ver por Lima, ni sus amigos, ni la gente que les tenía miedo, nadie.

Texto agregado el 28-11-2004, y leído por 129 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
01-02-2005 Un tema tabú, para muchos machistas, bien tratado... solo que no era necesario irse de casa... el final no me convencio. peinpot
 
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