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Inicio / Cuenteros Locales / 182 / La muerte no se pide

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Javier nunca pensó que el día más feliz de su vida, se convertiría en cuestión de minutos, en el peor de todos.

Era domingo, mes de septiembre, el sol brillaba incandescente desde el cielo, que pese a ser tarde, seguía sin mostrar rastros de oscuridad, y Javier se empezaba a preocupar, no llegaban sus padres.

Hacía mucho tiempo desde que Javier estaba enamorado de Andrea, ambos estudiaban en el colegio Santo Tomás de Aquino, en el centro de Lima, cursaban el cuarto grado de secundaria, ambos tenían 15 años.

Él era un chico bajo y delgado, usaba lentes, su pelo era negro, su tez era oscura y vivía en el Rímac; en cambio ella era una blonda chica de piel blanca, ojos celestes, alta y delgada y vivía en Surco.

En lo académico, Javier era muy aplicado, sus notas en los cursos de letras y ciencias no bajaban de 16; en cambio Andrea, era la típica chica que se juntaba con los “chancones” para aprobar los cursos, y es así como se hace amigo de Javier.

Por otro lado, Javier tenía sólo un amigo, se llamaba César, y junto a Javier, eran a los que más se les molestaba en el salón de clases; también estaban Rodrigo y Sergio, los gemelos, que buscaban cualquier excusa para molestar a los “pavos” o “monces” como ellos los llamaban, también se encontraban Julio, hijo del director; David, cuyo padre era policía; Manuel, que vivía en La Molina y se jactaba de eso; Carlos y Juan, que eran los responsables del aula.

También Jimena, una chica que estaba perdidamente enamorada de Rodrigo; Miriam y Xaviera, que eran dos primas chilenas que habían venido al Perú, y Flor, la amiga inseparable de Andrea.
Andrea menospreciaba a Javier, lo trataba como una basura, lo insultaba, hasta que en los exámenes bimestrales previos a las vacaciones, el la ayudó y le resolvió el examen, desde ese día se convirtieron en buenos amigos.

El año escolar estaba llegando a su primer receso corría el mes de julio, y se aproximaban las fiestas patrias, Javier había de viajar con su padre a la selva, su padre se llamaba Rafael, y administraba un hotel en la ciudad de Pucallpa, y todo lo que recibía lo mandaba a Lima vía encomienda.

Javier estaba muy interesado en el lugar que escogería Andrea para ir de viaje por fiestas patrias, y es que el indagó sobre si ella viajaría o no, y para su suerte ella tendría el mismo destino que él.

Javier viajó con su madre, Noelia, y su hermano Pedro, de tan sólo un año, en una empresa de transporte terrestre, mientras que Andrea, lo hizo vía aérea, por una coincidencia del destino, se encontraron en el mismo hotel.

Andrea se alojó, con sus padres, en el hotel “El Pucallpeño”, cuyo administrador era el padre de Javier. Mientras que el estaba con su madre y su hermano en el segundo piso, ella se hospedaba con sus padres en el cuarto piso.

La familia de Andrea tenía planeado quedarse una semana, mientras que la de Javier tenía planeado quedarse dos semanas.

Javier tenía planeado toda una agenda para enseñarle la ciudad a Andrea, ya que Javier era originario de este lugar y había vivido ahí hasta los 10 años; pero, ella ni siquiera le hablaba, ni le saludaba en las mañanas, era como si el no existiera para ella, y entró en una gran depresión.

Apenas habían pasado 2 días y la estadía de Javier en Pucallpa no era muy grata, el trataba de llamar la atención de Andrea por todos los medios posibles, pero desafortunadamente para el, no lo lograba; los dos días desde que Andrea llegó a Pucallpa, salía muy temprano por la mañana y no regresaba hastas altas horas de la noche, y lo que sorprendió a Javier, era que ella salía y regresaba sola.

El 28 de julio lo pasó sólo, en el hotel, pensando en ella, intentaba alejarla de su mente por un momento, pero no podía. Veía la televisión y se enteró que las cosas no andaban bien en Pucallpa, cada vez la gente estaba más en desacuerdo con las gestiones políticas y económicas en esa ciudad; también se enteró que el día siguiente se realizaría el desfile militar y todo el pueblo se reuniría en la avenida principal para observa el desfile.

Javier bajó a cenar ese día y para su suerte Andrea estaba cenando con sus padres, él estaba tratando de comer rápido para alcanzarla, devoraba todo de una forma muy rápida, parecía que no la alcanzaría, pero llegó a llamarla antes de que saliera del hotel. Le dijo que sí quería ver una película en su habitación, y ella como estaba muy aburrida, aceptó. Se divirtieron mucho, o al menos él sí lo hizo, jugaron cartas, tomaron gaseosa, comieron galletas; hablaron sobre el desfile, el le comentó que la ciudad pasaba por un momento crítico, pero a ella no pareció importarle. Ella le dijo que estaba muy cansada y le agradeció por la película. Javier pudo dormir tranquilo después de mucho tiempo.

Era 29 de julio, las calles estaban llenas de personas observando el desfile, los militares bordeaban las calles principales, y las banderas nacionales lucían espléndidas bajo el ardiente sol de dicha ciudad.

Todos miraban asombrados la presencia del Alcalde, este era un hombre ruin, perverso y despiadado, había cometido muchas atrocidades para con su pueblo, y era pifiado por la gente, que en su mayoría, sólo observaba el desfile.

El hotel estaba vacío, todos habían salido muy temprano, Javier estaba con su padre y su madre viendo el desfile, el estaba esperando ver a Andrea entre la multitud, en eso, la gente ve cientos de militares armados disparando al cuerpo de la gente presente, todos tratan de salir ilesos, pero las balas alcanzan a mucha gente, la mayoría de ellos civiles, Javier, su madre y su padre se esconden detrás de un automóvil estacionado al frente de la Plaza de Armas, cuando respiran aliviados, se dan cuenta que Rafael había recibido un impacto de bala en el pie izquierdo, y estaba sangrando bastante; sin embargo, Javier estaba más preocupado en buscar a Andrea y verla sana y salva.

Los militares estaban asesinando a la gente del gobierno, buscaban al alcalde y no les importaba si se interponía un civil; Noelia estaba desesperada en llevar a su esposo a un hospital, pero el más cercano estaba a más de 1 km. de distancia, en los límites de la ciudad, Javier tuvo que conducir un auto por en medio de los cadáveres, su madre Noelia no aguantó más y rompió en llanto, habían muchos fallecidos y cientos de heridos.

Llegaron al hospital, mucha gente estaba ahí, y estaba repleto, pero consiguieron atenderlo a tiempo.

Llegaron de vuelta al hotel, este había sido saqueado. Los medios de comunicación informaban que se había producido una rebelión de los militares al alcalde de Pucallpa, y este había sido cruelmente asesinado; Javier vio a Andrea con sus padres y rompió en lágrimas, la abrazó, y ella lo abrazó a él, a pesar del sufrimiento, tuvo un instante de felicidad.

Este hecho hizo que Andrea se vaya con sus padres a Lima, mucho antes de lo esperado, Rafael estaba recuperándose satisfactoriamente en el hospital local, se había cumplido el tiempo de vacaciones y tendrían que regresar a Lima; pero, Noelia le dijo a Javier que si el quiere que vaya a Lima sólo, que ella se quedaría cuidando a su padre hasta su recuperación total, el aceptó.

Javier salió de Pucallpa a Lima, justo el día en que se iniciaban las clases, llegó a Lima a las 6:00 am. e inmediatamente se alistó para ir al colegio, estaba deseoso de ver a Andrea.

Se reintegró al colegio y todo estaba en orden, sólo se hablaba con César, todos lo molestaban, y había una nueva pareja, Rodrigo se le había declarado a Jimena, y eran enamorados. Javier estaba harto de que lo molestaran y cuando Rodrigo empezó a agredirlo verbalmente, este lanzó una injuria contra Jimena, y este lo retó a una pelea, esta será por las vías del tren, a orillas del Rímac.

Javier estaba muy nervioso, Rodrigo era más fuerte que él, pero Javier era muy orgulloso, y no iba a huir de la pelea; todos formaron un círculo y cómo era de esperarse Javier estaba siendo brutalmente golpeado, César se metió a defenderlo, pero Sergio lo detuvo, Julio se fue a buscar a su padre, que era el director, para detener la pelea.

Andrea, Flor, Manuel y Miriam convencieron a Rodrigo que pare, que ya era suficiente, que no se comporte como alguien incivilizado, y lo convencieron, Javier resultó perdedor.

Antes que pudieran irse, el director fue con su comitiva a ver lo que estaba sucediendo, y se llevaron a Rodrigo y a Javier a la dirección del colegio y los suspendieron por un mes a cada uno.

Andrea alcanzó a Javier antes que se fuera a su casa, y comenzaron a hablar, él estaba completamente golpeado. Pasaron por la alameda “Chabuca Granda”, y el le invitó una butifarra, por lo que ella agradeció y lo acompañó hasta su casa.

Cumplido el mes de suspensión, Javier volvió a clases, días antes se había comunicado con su madre y le informó que su padre estaba parcialmente recuperado y que pronto estarían en Lima. Pasaron los días y la amistad entre Andrea y Javier se agrandaba cada vez más, todos en el aula pensaban que eran enamorados, pero no.

Andrea comenzó a ver en Javier una persona bondadosa, alegre y con buenos sentimientos hacia ella, fue en ese momento cuando se dio cuenta que estaba enamorada de Javier.

Se acercaba la primavera, era el 22 de septiembre, la madre de Javier le infirmó vía telefónica que ya estaban en camino a Lima; al parecer su padre se había recuperado mucho antes de lo esperado y su pierna estaba en perfecto estado. Rafael, Noelia y el pequeño Pedro, llegarían a Lima el 23 de septiembre por la tarde, vía terrestre.

El 23 de septiembre, Andrea fue visitar a Javier para salir juntos, pero el estaba enfermo, le dolía la cabeza y tenía un mal presentimiento, además su madre estaba en camino con su hermano y su padre.

Ella estaba esperando el momento perfecto para expresarle sus sentimientos, pero el se hacía el tercio.

Hasta que ella tomó la iniciativa y se declaró, el aceptó y fue el mejor momento de su vida, nunca había tenido enamorada, era el hombre más feliz del mundo.

Andrea se fue de su casa, y le dijo que volvería más tarde, Javier se sentó en el sofá principal de la sala de su casa, junto al teléfono, sus padres ya estaban retrasados más de dos horas y Javier ya se estaba preocupando, ni siquiera habían llamado para informarle que tardarían más de lo debido, se puso a pensar sobre sus padres, que sería de él sin ellos, pocos minutos después, Javier recibió una llamada anónima, él contesto con un poco de miedo, al levantar el auricular, escuchó la voz de una mujer que le comunicó que el ómnibus donde viajaban su madre, su padre y su pequeño hermano había caído en Ticlio, lo que hizo que Javier se desmayara al instante.

Al despertarse pensó que todo había sido un sueño, ¿qué iba a hacer?, ¿de qué iba a vivir?, lloraba su mala suerte, entonces agarró un cuchillo y decidió acabar con su vida; pero en eso, recordó a Andrea, recordó su rostro angelical, y decidió esperar.

Era lunes y no asistió al colegio, decidió llamar a los padres y contarle lo sucedido. Los religiosos cubrieron los gastos del sepelio y del entierro. Javier lloraba y lloraba, ninguno de sus amigos asistió al sepelio, sólo los religiosos de la orden y algunos amigos de los padres de Javier, el mismo panorama se presentó en el entierro. Javier no sabía que hacer con su vida, sus amigos le habían dado la espalda, ni César que era su mejor amigo, ni Andrea, que supuestamente era su enamorada, y lo peor era que no tenía el apoyo de sus padres, que descansaban en paz bajo la tierra.

Estaba sólo en el mundo, pensaba en sus padres a cada momento, en que era lo que sus padres hubieran querido que Javier haga en este caso, lo peor era que no tenía ningún familiar, y fue cuando tomó la decisión definitiva de suicidarse, pero no logró su cometido, fue encontrado desangrando en su casa, y llevado inmediatamente a un hospital local.

Estuvo tres días en coma, y los médicos le daban pocos días de vida, pero en contra de todo pronóstico, Javier se recuperó en pocos días. En los días que estuvo internado, Javier intentó acabar con su vida una vez más, trató de aventarse del sexto piso del hospital, pero desgraciadamente para el, fue detenido por una de las enfermeras. Luego de ese terrible hecho Javier tuvo que ser atado a la camilla de la habitación Nº 613 del hospital, número que nunca pensó, que años más tarde sería el último que vería. El quedó traumatizado por los hechos y sólo veía las horas para salir del hospital y acabar con su vida. Amenazaba a todos, ya no era el mismo Javier estudioso y preocupado, ahora era una persona que maldecía e insultaba al que se cruzaba en su camino.

Después de un mes de estar internado, Javier logró salir del hospital; pero fue internado en un hospital para enfermos mentales. Primero fue internado en el primer piso del hospital, pero debido a que intentó escapar fue trasladado a la habitación Nº 613, en su estado de debilidad mental no se acordó que esa era la misma habitación en la que se recuperó de su último intento frustrado de suicidio.

Dos años después, tres días antes de que le dieran de alta, los médicos veían a un Javier recuperado. Ese día la enfermera le entregó como recuerdo una soga para saltar, pues estos se habrían convertido en buenos amigos. Dos días después por la noche, Javier sufrió un ataque de locura y logró lo que hace mucho tiempo había tratado pero no había conseguido, morir. Dejó una nota que decía “la muerte no se pide” y subió a una silla que había colocado en el centro de la habitación. Justo antes de saltar de la silla con la soga al cuello miró el número de la habitación y recordó su estancia en el hospital, su recuperación, recordó su colegio, a Andrea, a César, a sus amigos, a sus padres, a su hermano y se preguntaba llorando a si mismo porqué sucedió esa desgracia, porqué nadie lo iba a visitar, eso lo impulsó a que saltara, y lo hizo.

Sólo los médicos del hospital mental, y las enfermeras asistieron a su entierro, ni los sacerdotes de su colegio asistieron, todos se habían olvidado de él. Fue sepultado en el mismo cementerio que sus padres y su hermano, y por primera vez, pudo descansar en paz.

Andrea decidió seguir con su vida, trató de que ese hecho no la afectara para nada, estudió derecho en la universidad San Marcos, no terminó la carrera porque resultó embarazada, producto de una violación, César se hizo cargo del niño y se casó con Andrea.

Las chilenas volvieron a su país natal, los gemelos Rodrigo y Sergio se peleaban constantemente por Jimena, Sergio se fue a estudiar al exterior, al igual que Manuel, Flor se volvió religiosa y se unió al convento; y a pesar de no ser religioso David continuó con la dirección del colegio.

Veinticinco años después de terminar el colegio, los “compañeros” de Javier se reunieron para celebrar “Bodas de Plata” de su promoción, todos recordaron con nostalgia sus tiempos de escolares, pero nadie quiso hablar sobre Javier; nadie sabía que se había suicidado, y nadie notó su ausencia.

Texto agregado el 28-11-2004, y leído por 142 visitantes. (0 votos)


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