Inicio / Cuenteros Locales / Nos / Gracias a la luz de mis ojos
Tersa y suave piel que abrasa toda mi alma. Ojos que hipnotizan mi mente, embriagada
por tus encantos innatos y delicados. Fanal que ilumina mi camino ruinoso.
¡Ay!, espíritu que seduces mis sentidos, capaz de hacerme desgarrar la piel a tiras cuando estoy famélico de tu ser; me retuerzo hasta el delirio.
Susurro que guareces en mis oídos; no te vayas nunca con tu aliento, mora aquí sempiterno y caldea aun más, si cabe, esta triste fachada.
Voz, cual sinfonía se convierte en tornavoz, que me enloquece. Una tras otra singladura, aguardo impaciente el instante, cebando mi cerebro de consuelos añorados, de escuchar nuevamente ese cántico celestial.
Cieno durante largo tiempo, me hiciste ver ese lugar que rodea a la tierra y aparece como una esfera diáfana; azul de día y llena de estrellas de noche. Lugar donde viven eternamente los bienaventurados. El mismo sitio en el que te situo y del que no quiero bajar.
¡Ay! cada día, cada hora, cada minuto, cada instante correspondo a la gracia que me ha sido ofrecida de forma gratuita; muestra de ello he querido compartirlo aquí. |
Texto agregado el 27-06-2003, y leído por 175
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