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Les pido indulgencia para esta niñita de 8 años que cuenta lo que le contaron a su manera

Francisco Pizarro llegó galopando en un caballo negro y detrás le seguían los demás conquistadores. Habían dado cita al rey del Perú, que se llamaba Atahualpa, en una ciudad que se llama Cajamarca y todos estaban muy contentos porque al fin verían al rey-dios-sol-Atahualpa.
Cuando los españoles llegaron a Cajamarca, no había nadie todavía y tuvieron que ponerse a esperar. Hasta que Don Francisco Pizarro empezó a ponerse nervioso y ahí en medio de la plaza se puso a dar trancadas de arriba para abajo y de abajo para arriba. Entonces decidió mandar a alguien para que buscara al rey Atahualpa, que también era el Hijo del Sol.
El español que mandó Don Francisco, era su propio hermano, y es por eso que ahora que la señora Gutierrez nos enseñó esta página de la historia, pensamos que hay que creer lo que contó el hermano de Don Francisco, porque el que cuenta lo que pasó en su propia familia, es el que mejor sabe lo que está contando.
Entonces, el hermano de Don Francisco Pizarro se fue a buscar al Hijo del Sol y lo encontró muy sentado en un cojín de plumas, esperando que cayera la noche para ir a acostarse, y le dijo : - Oiga, ¿usted sabe que lo estamos esperando? venga por favor, no sea tan mal educado. Pero el rey Atahualpa ni siquiera lo miró, hizo como si no lo escuchara. Además tenía la cara escondida detrás de un velo, como ésos que se ponen las mujeres allá en Arabia, así es que el hermano de Don Francisco no sabía si el rey Atahualpa lo estaba mirando o no, pero después dijo que estaba más que seguro que lo estaba observando. Y de repente de detrás del velo se oyó un trueno que dijo : - Si quieren que acepte su invitación, tienen que devolver primero todo lo que han robado desde que llegaron a mi país. Y el hermano de Don Francisco le respondió : - Por supuesto que le devolveremos todo lo que quiera, hasta lo que no hemos robado sino que nos han ofrecido como regalo, pero por favor, háganos el honor de venir a comer con nosotros. Y el rey Atahualpa aceptó la invitación.
Al día siguiente, el rey Atahualpa con toda su corte se fue a visitar a los españoles que estaban acampando en la plaza de Cajamarca. Y al verlo llegar los españoles se pusieron a barrer, apresuradamente, la basura que se había acumulado después de la parranda, y corrieron a despertar a Don Francisco que todavía estaba roncando, pero yo digo que no pudieron recoger todo, porque si no ¿cómo es que todavía hay tanto papel y tantas botellas de Inca Cola por todas partes?
Cuando El Hijo del sol, que era Atahualpa, llegó sentado en su litera de oro como un verdadero rey, al ver este desparpajo se ofendió tanto que ordenó a su séquito que diera media vuelta y en marcha. Pero justo ahí Don Francisco salía de su carpa y le dijo :
- Sed el bienvenido, oh rey todopoderoso, te esperábamos ¡
El rey que, pese a todo lo que creyeran los españoles, era muy bien educado, pensó que Don Francisco era un mentiroso, porque aunque tuviera un velo que le escondía la cara, no era ni tuerto, ni ciego y pese a todas sus zalamerías no lo iba a convencer de lo contrario. Entonces Don Francisco gritó a sus soldados ¡Terminad de barrer y después poneos en fila y presentad armas! Y empezó la, entrevista.
El cura dominicano que venía con Don Francisco Pizarro, para enseñarles el catecismo a los indios peruanos, se puso a contarle que venía de parte de otro rey más poderoso que todos los reyes conocidos y por conocer, y que le ordenaba que se sometiera. Pero el rey Atahualpa, que no quería que ningún rey lo sometiera, que ni ganas tenía de conocer a otro rey, porque con lo desordenados que eran los españoles le bastaba y le sobraba, le respondió que no quería. Y el cura dominicano, que se llamaba Fray Valverde perdió paciencia y le gritó : - ¡Os ordeno que os sometáis, pues tal es la voluntá de nuestro Señor Jesucristo, cuya palabra está aquí dicha! Y le pasó la biblia.
El séquito del rey Atahualpa empezó a pasarse el libro, que les resultaba extraño, y lo movían, lo sacudían, lo hojeaban patas para arriba, pero como no sabían ni leer ni escribir, no entendieron nada, hasta que llegó a las manos del rey Atahualpa, quien también lo miró, lo sacudió y se lo puso en la oreja para escuchar lo que quería decirle, pero no oyó nada, entonces gritó : - ¡No me extraña que ustedes sean unos ladrones y unos mentirosos, este libro no sabe hablar! Y diciendo eso lo tiró al suelo. Entonces los españoles que se habían puesto en fila para presentar las armas, se pusieron a disparar a diestra y siniestra, hasta que ningún indio quedó vivo, y capturaron al rey Atahualpa.
Después de capturarlo lo metieron preso en una enorme pieza en su propio palacio. Allí lo tuvieron encerrado durante muchos meses y pidieron un rescate para que los indios incas se apuraran en entregarles todo el oro que tenían.
Y los indios incas llegaron de todas partes, con las mulas, los burros, las llamas, cargadas hasta más no poder. Hasta se trajeron un jardín de tamaño natural, todo entero fabricado de oro purito, con hojas de plata, flores de plata y piedras preciosas.
Cuando don Francisco Pizarro llenó la pieza en la que tenía capturado al rey Atahualpa, se le complicó la vida pensando en qué era lo que iba a hacer con ese rey raptado. Entonces, Fray Valverde, quien era un hombre muy piadoso y le tenía terror al pecado mortal, le dijo :
· Hay que quemarlo, porque se casó con su propia hermana, ¡y eso no se hace!
Mientras tanto, el rey Atahualpa ya se había hecho amigo con el hermano de Don Francisco y éste fue muy apenado a decirle la sentencia. Pero el Hijo del Sol que también era un rey muy valiente, le contestó : - No se preocupe usted, porque yo también soy muy piadoso, así es que necesito hablar con ese sacerdote, porque tengo que pedirle un favor. Y Fray Valverde lo fue a ver y Atahualpa le dijo : - Sería un pecado mortal que ustedes. me mataran quemándome, mátenme si quieren, pero sobre todo no me quemen, porque entonces mi cuerpo va a desaparecer y no volveré a ver más a mis antepasados.
Los españoles cuchichearon mucho para ponerse de acuerdo, hasta que por fin encontraron la solución.
· Bueno, no te vamos a quemar, sólo te vamos a descabezar, pero para obtener este gran favor tienes que convertirte al catolicismo.
· Y así fue como lo bautizaron y le pusieron por nombre Francisco. Después hicieron una gran fiesta para celebrar el bautizo, y cuando terminó la fiesta, bueno, se lo llevaron hasta el patio del palacio y ¡Plaf!, le cortaron la cabeza.



Texto agregado el 28-11-2004, y leído por 621 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
07-03-2005 Esta alumna cada vez está mas entretenida para contar la historia. Felicitaciones y van mis 5* jorval
28-11-2004 Quien puede decir que no es la verdadera historia, lo es y además para todos los publicos... barrasus
 
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