Caminando en una injusta noche de octubre,
con el silencio aturdiéndome a golpes los oídos.
opresiva, nubes de desesperanza, frio de olvido.
Faroles, le daban brillo a los adoquines mojados,
donde mi felicidad resbaló hacia un golpe mortal.
Viejos callejones exacerbaron el eco de su muerte,
Contemplada solo por un árbol cazcarriento y seco,
de ese laberinto de viejas casonas, agua marchita,
Atmósfera de hormigas con presto-barbas viejas
y oxidadas.
Decadencia era el tipo de sangre de este paisaje,
inservibles papeles se amontonaban en las orillas.
tus recuerdos convertían en aire frio mi sangre,
un golpe de trueno anunciaba la inevitable lluvia.
Pero todo esto podría haber sido trágicamente real,
Si no hubieses golpeado mi espalda para gritarme.
¡Mentira!, todo es mentira, no moriré sin tu recuerdo.
si existes, en nuestra cama soñaremos lo mismo,
nuestra felicidad y tristeza estarán coordinadamente,
al unísono.
Y mi felicidad, despertó audaz de su falsa muerte,
empezó un baile de patinaje artístico, los adoquines
brillantes le daban la velocidad para sus acrobacias,
los balcones de las viejas casonas, aspecto de teatro,
convertían a este olvidado callejón de mi bipolaridad.
Ese viejo árbol cazcarriento y seco, era el escenario,
que remarcaba el contraste de mi momento renovado,
bailarina de balle, y árbol del recuerdo falso y excluido,
apoyaban nuestro beso frio para congelarnos el tiempo
en pasión.
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