...Y la ducha teléfono dejó de funcionar, mientras yo entonaba canciones sordas. Era Sábado por la mañana; la Loca no tenía apuros, la Tonta quería que dieran el agua pronto, y yo, seguía en canciones mudas.
Al salir del baño, el Sol irradiaba un algo especial, la Loca no le dio importancia, la Tonta lo recordó. Yo me paseaba desnuda por la pieza, con cuidado de que los vecinos no me vieran y trataba de escoger algo liviano para vestir; la Loca hubiese salido corriendo en cueros, pero la Tonta quería ese pantalón recién planchado. De repente sentí el llamado de mi mamá a tomar desayuno, mientras se quejaba del desorden en mi pieza y me sacaba en cara el poco tiempo que le dedicaba...a veces tenía razón...
El auto era un horno, más aún cuando vas sola, el espejo retorvisor me molestaba; la Loca estaba relajada, la Tonta preocupada y yo, te recordé. En un segundo me encontré en la curva que detestaba, siempre habían choques en ella, la hice con delicadeza, disminuyendo la velocidad y me encontré con el parque que me gusta, el parque del frente. Detuve el coche y me dediqué a contemplar a las familias jugando con sus mascotas, me dio la impresión que eran felices; la Loca pensó que eran bobadas, la Tonta sintió ese vacío que tuvo en su infancia y yo, lloraba riéndome.
Entre contradicciones, gente y grises, se acercaba al parque un niño, me parecía conocido. Creo haber compartido con él algunos años lejanos en mi otra vida; la Loca sentía que debía apreciarlo silenciosamente sin pensar absolutamente nada; la Tonta sintió exactamente lo mismo, y yo, por primera vez no supe que hacer...clif, clif....