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“Cuando no tiene forma de alimentar a sus crías, el pelícano se arranca trozos de carne utilizando su puntiagudo pico, y alimenta a sus bebes con su propia carne y sangre. Sacrifica su vida para que sus hijos puedan vivir.”
*
Lentamente en el ocaso de nuestros días se extinguen todas las contadas dichas.
Temprano nuestros sentidos aprenden el refinado arte del delirio.
Vano es no atender los signos: - La niebla de la sed deforma el horizonte. Rosado el cielo, eleva el agua en partículas incontables-
El principio del final de todo resplandece, calmoso,
como la lívida aura de las estrellas blancas.
No temas a nuestro destino,
tan solo somos dos seres perdidos en el caos de la existencia.
Entrégate al cielo de mi último vuelo.
No te importe sentirte frágil.
Rompamos el aire con nuestras ultimas fuerzas. Somos aves, natural es que volemos.
No te importe el hambre y la fatiga.
Tampoco te importe el futuro que se cierra
como un mano esforzada en nuestras gargantas. Yo he de alargar tu vida con la mía.
Si. De mi carne haré tu alimento y amoroso y decidido haré mi sangre escurrir por tu garganta estrechada.
Redimiré el cansancio, regresarán las ganas.
Será la mortal hemorragia fuente que nutra tus venas.
No te importe el sabor mineral
al que nuestra especie no esta acostumbrada. Comulga mi entero regalo de amor, a tus horas. Que yo viviré en ti palpitando como una íntima música.
Y en tu pecho he de llamarme impulso,
en tus alas fuerza, en tus ojos forma, en tu tiempo vida.
Y en tus días a solas me sentirás en la luz
y me reconocerás en lo animado. |
Texto agregado el 27-11-2004, y leído por 225
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