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Inicio / Cuenteros Locales / SEF / La mejor muerte es la que uno elige

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Era un día de esos brillantes de los que uno respiraba cariño.
Intentamos convencerlo pero fue totalmente en vano.
- ¿Estás seguro? -Dije con firmeza.
- No te hagas el dramático y dale para adelante-Me apuró el recién conocido Martín- ojalá todo mejore.
Rutina extraña la nuestra. Se escuchó un pitido. Ruido al cual estoy acostumbrado. El silenciador es fundamental para mi vida, para mi profesión y sus consecuencias sonoras son tan común en mi, como el timbre para los estudiantes.

Se oyó caer el cuerpo de Martín.
- Parecerá sádico, pero lo más sencillo de mi trabajo es apretar el gatillo, luego viene el real esfuerzo. -Agregué al seco silencio
- Me da tristeza suicidar a recién conocidos por dinero, pero me alivio pensando que ellos están de acuerdo. -Agregó mi colega: Patricio.
- ¿Seguís con tu teoría de que la eutanasia no es matar?
- Yo soy sólo un ayudante, y como tal, simplemente ayudo a morir a la gente como es su voluntad. Por eso insisto en que yo los suicido, no los mato.
- No hay necesidad de jugar con el español. Existen palabras para lo que decís que no humillarían tu hablar.

Son problemas realmente grandes los que tiene la gente que nos viene a ver. Ni en el peor momento de mi vida podría asemejarme a la trágica vida de Martín, o Rubén o tantos otros.

- ¿Sabés qué no deja de sorprenderme? -Pregunté esperando una obvia respuesta.
- ¿Qué se bañen antes de venir? -Bromeó.
- Las últimas peticiones de nuestros difuntos amigos. Es increíble que algunos sólo piden escuchar un disco completo de The Beatles, leer una poesía de Neruda o disfrutar del ocaso en vez de disfrutar haciendo osadías. Pareciera ser que la etapa previa a la muerte sabida, es una etapa romántica, un enamoramiento final de la vida. ¡Eso me hace pensar si su destino realmente era la muerte!

Patricio quedó pensativo, hizo un ademán que me declaraba como loco recibido con honores. Esta es una de nuestras tantas charlas ideológicas de las que él siempre terminaba perdiendo, o eso me hace entender con tal de abandonar estas temáticas.

- Me parece que lo hacés ver más complicado de lo que es, ¿No oíste lo que te dijo nuestro nuevo problema (refiriéndose a Martín)? ¡No lo hagas ver tan dramático! -Dijo Patricio un poco enojado.
- En eso tenés razón. Soy un poco complicado, y la realidad es que la vida es corta y la muerte es algo demasiado tonto, a pesar de ser lo peor que le puede pasar al hombre. Pero tampoco olvides la última palabra de Martín, clara señal de que uno espera lo mejor como último respiro.

Patricio arregló el cuerpo para que pareciera un asesinato contra su voluntad, como Martín había pedido. Él era realmente un experto en su materia. ¡Yo mismo podría decir que Martín murió como un héroe defendiendo sus principios! Aunque esta fuera la mentira más grande desde que se fundó Boca Juniors.

De repente se sintió un chasquido, similar al resbalar de una zapatilla contra suelo de madera. Alguien nos escuchó, y lo que podría ser peor... alguien nos vio.
Le di la señal a Pato que revisara por delante de la fábrica, que yo cuidaría las puertas y ventanas para evitar que nuestro curioso desconocido escapase.
Tras cinco minutos de ardua búsqueda nos dimos cuenta de que lo de que fuera que haya producido ese ruido, no nos iba a saludar.

- Debe de ser una rata -Sugirió mi amigo.
- Una rata que sabe demasiado -Añadí.
- ¿Viste muchas películas? Te falta decir "Jack debe morir"
- No debería de asustarte, recordá que no es realmente un crimen lo que hacemos.
- Recordá vos también, que esa es tu opinión, no la mía.
- ¿O sea que vos considerás esto un crimen? No creí trabajar con una persona que piense que algo está mal y sin embargo lo haga casi a diario. Si todo es por dinero te acercás más a un mercenario que a un "ayudante" como es mi postura.
- Como sea, esperemos que nadie nos haya oído.

Al otro día me despierto por el celular, el remitente no es otro que mi colega y amigo.

- ¡Hey, me están extorsionando! -Dijo bruscamente.
- ¿Quién, cómo? -Tartamudeé.
- No sé, y a quién le importa eso ahora... la cosa es que quiere mucha guita por "nuestro secreto".
- No te puedo creer, estamos en el horno. Vos y tus supuestas ratas.
- Por suerte quiere negociar.
- ¡Oh! ¡Cómo no lo vi desde ese punto! -Dije con sarcasmo.
- De nada sirve eso ahora, vení para mi casa ya.

Treinta minutos después estaba en la puerta de su casa. Me abrió y me contó más a fondo, según me dio a entender querían mucha plata a cambio de la palabra de silencio. Obviamente eso no bastaba, así que al siguiente llamado negociamos una declaración escrita donde se reconocería autor intelectual de éste crimen en caso de salir a la luz. Como es notorio, el dinero nunca fue problema ya que teníamos mucho trabajo y cada cliente nos daba el cien por ciento de su capital.

Al otro día entre las intersecciones uno de los trenes que unen Capital con Buenos Aires terminé conociendo a nuestro estafador. Estaba tapado y medio encapuchado, tenía un maletín idéntico al mío. Los intercambiamos como fue el acuerdo. Todo como se previno.
Apenas saltó, pude ver como su cuerpo caía del tren como si no tuviera control del mismo, posiblemente producto a una bala que salió de un arma que posiblemente utilizaba silenciador.

Pato me llamó a las pocas horas de mi regreso pero decidí no atenderlo. Al otro día se generó una de nuestras conversaciones.

- ¿Y qué pasó? ¿Todo salió cómo queríamos? -Me pregunto con ansia.
- Así es. Digamos que hay gente que busca la muerte y sirve más en vida, y hay gente que busca la "viveza" y sirve más muerta... -me intentó interrumpir pero continué- ...dicen que los huesos con los siglos se convierten en mínimas sustancias de petróleo... será un buen petróleo.
- Menos mal flaco, yo ya estaba averiguando casa cruzando el charco.

La semana pasó, nuestro nuevo amigo se llamaba Marcelo.
Intentamos convencerlo pero fue totalmente en vano.
- ¿Ya hiciste todo lo que querías, no te olvidás de nada? -Pregunté.
- Sí. Sólo espero que el final sea mejor que el comienzo. -Respondió el nuevo suicida, quién deseaba comulgar con la eutanasia.

Se sintió un chasquido.

- Debe de ser una rata -Dije mientras mostraba una pálida sonrisa.

Aquella fue una noche fantástica.

Texto agregado el 27-11-2004, y leído por 157 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
28-11-2004 Es un texto muy interesante, quizás es en exceso detallado, pero eso le agrega clima, no sé entonces si será un defecto. orlandoteran
 
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