De nuevo sola en mi habitación, no se como ni en que momento llegaste, me miras fijo a los ojos, como hace tanto no lo hacías, tratando de sacar la verdad que ellos sin mas ni mas terminan revelándote una y otra vez, la música que hasta hace poco ensordecía mis oídos ahora se hace imperceptible. Me siento explorada hasta el más mínimo rincón, indefensa como la criatura mas noble del bosque acechada por el feroz lobo, aunque ahora es diferente.
No lo había notado hasta este momento, el miedo que tantas veces te tuve, ese temor indescriptible que solo se siente hacia el amor, no estaba, y por primera vez note ese azul en tu cara, un azul que refleja muerte y despedida, tu rostro era el de las personas que saben que la hora de su muerte no tarda en llegar, al observar tus ojos veo suplica y desasosiego, los ojos de un moribundo que se aferra descomunalmente a la vida cuando ella lo único que quiere hacer es dejarte sin lastima o compasión.
Nunca te había visto así, siempre estabas ansioso, con ganas de nacer, de salir de mi imaginación y ser una persona, pero ahora solo eres azul, tu muerte ha llegado y la comprensión ha venido con ella, ahora se que estás aquí para despedirte, es el aviso de lo inevitable, sabia que algún día esto llegaría, pero ahora que estas aquí siento la fuerza de tu perdida, siento como sales de mi corazón, y como voy quedando poco a poco vacía. En el intento de despedirme solo alcanzo a decir algunas palabras irónicas:
- Ahí muere el amor, que nunca existió, ciao bello. |