Primerísimo primer capítulo
Y todo se detuvo, la ví a los ojos. Como decía mi abuelo; “ Mijito, cuando vea a su alma gemela, el tiempo se detendrá, y ella clavará sus ojos en los tuyos”, mientras movía el hielo de su wisky. Y ella me los clavó. Me detuve y todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo.
Mentira.
En realidad esto es lo que hubiera pasado en una mala película gringa.
Toda mi corta vida tuve que aguantar que muchas personas, como mi abuelo, me transmitieran este tipo de ideas, que por lo demás, ellos nunca vivieron. No ví ni una luz, ni el tiempo de detuvo, ni me miró a los ojos. ¿ Cuál es el afán de meterle en la cabeza a uno las porquerías del amor verdadero? ¿ Y quiénes son ellos para decirlo así, a tontas y a locas? Quizás para amargarle la vida un poquito a uno.
Todavía recuerdo el fuerte chasquido de los dedos de mi papá ( que me obligaba a escucharlo por lo menos una hora en mi mente),cuando decía “ CHÁS, y será tu mujer”. Estas y muchas estupideces más eran las que le contaba a mi amigo Pollo, al cual le decía así por su permanente piel de gallina (o cutis de pollo, como hubiera dicho mi difunta abuela, abriendo los ojos). Él , inocente, cada vez que veía a una hermbra, llegaba corriendo a mi cuello, desesperado, gritanto “¡El tiempo se detuvo compadre!”, y yo, con cara de idiota, escuchaba cada sonido de sus hormonas alborotadas.
Pollo era, lo que uno llama, un amigo de siempre. Vamos juntos al colegio, le levantamos juntos las faldas a mis compañeras. Todos decían que somos como poto y calzón. Nosotros fuimos los que le pusimos la revista porno al padre José, y que parece le quedó gustando, porque no salió más de su oficina. Pollo se llama Narciso, aunque siempre le dijimos Pollo, ya que Narciso era un nombre muy S-I-G-N-I-F-I-C-A-T-I-V-O para un pendejo. Pollo parecía, de otro mundo. Hablaba y daba la impresión de que siempre decía “ u ”, y es por eso que nunca le entendía cuando le leía los labios; “Tu ustú murundo” ( no pueden evitar poner la boca como “ u”, no?, jejeje)
Y era el Pollo, el que siempre salía corriendo cuando sentía lo que todos sentimos en mi casa, cuando, en esas noches que conversábamos del bla-bla, aparecía la señora esa, atormentada, una vieja re fea, y que nos penaba hasta que le daba puntá. Entraba por la puerta cerrada y se paseaba por el pasillo rojo de mi casa, con las palmas tocando las paredes, luego, nos miraba, y suspiraba. Antes de la “S” ( de suspiraba), el Pollo tenía la piel extremadamente de gallina y ya había salido por la ventana, corriendo. Yo sólo miraba a la vieja, y la compadecía, a mí no me gustaría que cuando muerto, yo anduviera por ahí molestando y que nadie me escuchara. Sólo sabía, que en esa casa, antes de que nosotros llegáramos, se había suicidado la vieja, porque encontró al marido con OTRO. Con ¡OTROOOO!... que fuerte.
Mi mamá hablaba con ella, no se de qué. Yo creo que la comprendía, ya que un ex novio de ella, se había suicidado porque ya no había amor en su relación. Hablaban todas las noches, y ella, se iba de inmediato cuando hablaba con Luisa, mi mamá. Mi mamá era (era) regia. A Pollo siempre le gustó cuando pendejo, pero nunca dejé que se acercara. Luisa tenía el pelo largo y rizado, rubio casi blanco, y una cintura del porte de mi cuello. Era regia, ya que ahora está más arrugada, incluso en su boca quedaron las marcas de un cigarro, como si lo tuviera permanente ahí, todo el labio superior arrugado a concho. Además está gorda, típico de una mujer que a causa de la temible soledad, viven para su wisky de 50 años. Y son sus dedos que demuestran eso. Su palma tiene forma de botella y las falanges se recogieron, ya que no tiene a quien tocar. Su piel es áspera y opaca. Tiene sólo 40 años y ya le llegó el viejazo. Ella es 5 años mayor que mi tío, que al lado de él parecen 50 años más.
Mi mamá se puso así, a causa de mi padre. Desde que yo tengo conciencia, sabía que mi papá estaba con otra mujer, y no cualquier mujer, la mujer del jefe. - Oye, pendejo, ¿vo sabí lo que es bueno? Tener dos minas pa’ uno. - Pero papá ( mirándolo hacia arriba), ¿la mamá sabe? - Obvio que sabe, si hace la tonta no má’.
Mi papá trabajaba ( aba) en una gran empresa telefónica, y su jefe, Don Esteban, tenía una mujer muy hermosa la verdad. Voluptuosa, con los ojos gigantes y profundos, las cejas oscuras y el pelo negro con rizos. Yo siempre acompañaba a mi papá al trabajo. Tenía 9 años y según mi papá, tenía que aprender todo sobre esto, para ser un “hombre de negocios”. Estela, la mujer-del-jefe, siempre iba a la oficina y se paseaba, moviendo el gigantesco culo, que me recordaba aquellos tiempos en el campo ,un zapallo gigante. Ella me saludaba y me tomaba de las orejas, me las tocaba mucho, como dibujándome de nuevo la oreja. A mi me daba cosquillas, y cuando abría los ojos, y la miraba desde abajo, lo único que quería era volver a ser bebé y que ella me diera leche.
Todos sabían a que mi papá andaba con ella, y todos lo envidiaban. Todos sabían excepto Don Esteban, por supuesto. El viejo, abría la puerta de la oficina de mi papá, donde yo me apoyaba para vigilar que el Don Esteban no entrara y Estela se escondía debajo del escritorio, con la cabeza gacha. Y yo miraba de reojo. Fue un día de esos que mi papá me dijo “ espérate aquí, que el viejo me está llamando”. Yo, me quedé afuera de la oficina, y todos miraban y trataban de escuchar lo que el viejo le decía a mi papá. Yo si escuché, y es esto lo que dejó con un “ tutuuuut” de teléfono en mi cabeza por siempre.
- Emilio, hay algunos rumores....-(suspiró) -
¿rumores? ¿Sobre qué, don Esteban?- ( sus rodillas tiritaban tanto, que las lograba oír y sentir en el suelo)
- Bueno, dicen algunos por ahí que usted anda con mi mujer... -(sacó un puro y lo prendió, tranquilo)
- Este, no, osea, cómo se le ocurre, este, cómo.. - tradamudeaba mi papá -
- Emilio...Emiliito ( lanzó el humo de su puro),¿ A usted le gusta Estela?-
- Ehhh..sí, osea no, este...Sí, me gusta.- mi papá continuaba tiritando.
- Entonces cásese con ella –
- ¿ Cómo? Pero si yo ya estoy casado y usted...-
- ( interrumpiendo) Pero sepárese, y se casa. -
- ¿ Cómo? -
-Lo que escuchó, cásese con ella.-
Todavía recuerdo la cara de mi papá cuando salió de la oficina del gordo, tenía grabado entre los ojos y la boca un signo de exclamación rojo. Y se casó con Estela. |