Penas, que van recorriendo la faz de mi mente, se alejan y surcan los cielos como cómodas golondrinas, las cuales dios parece haber tocado con su voz divina.
Siento su piel, y la mía agoniza por no responder a ese hermoso gesto, que espera en soledad una delicada y hábil caricia.
Mirándome se queda, esperando una respuesta que mi ignorante ser desalienta.
Apenas me conoce, pero se desgañita por estar ahí, por hablar para mí.
Me siento protegido por su mirada, por su delicada y dulce manera de decir las cosas.
Simplemente por estar ahí, la aguardo y le hablo, haciéndole sentir que me importa, que puede confiar en mí, porque en este momento ella lo es todo.
Penas, que junto a la soledad, destruían al unísono mis valientes y sinceros sentimientos, hoy, se adormecen ante la fuerza del amor.
Junto a ella, soy el príncipe de los vientos, un mar pausado y sereno, el río que arrastra y empuja el alimento de los océanos.
Desentierro mis mejores palabras para ella y las encadeno, para que no se las lleve el viento, para que pueda utilizarlas cuando de verdad las sienta.
Tristeza y melancolía. Palabras olvidadas, sentimientos antiguos, reacciones que quedan atrás, sumergidas en un pozo de sinrazones.
He roto el espejo que metaforizaba mi vida. Y ahora, comprendo esos reflejos de absurdos pesares, de incautos recuerdos, que de manera irreverente atormentaban mis pensamientos.
Se abren puertas y ventanas que estaban antes cerradas y al fondo, en una esquina, se encuentra ella aplaudiendo y llorando, soportando con estoica entereza lo que siente.
Desconcertada por sus emociones, la noto abrazada a mi cuerpo. Las manos me pesan y el cuerpo se me cae. Y entonces me reago y la abrazo, dando a entender que ya no me importa el pasado.
La quiero y se lo demuestro susurrándole al oído, palabras por las que merece la pena vivir, sentimientos por lo vale la pena luchar.
Entre mutuos sollozos nos besamos y de repente la noche se hace eternamente luz, porque el mundo necesitará desde entonces la, luz, para contemplar el amor de dos seres puramente libres.