Sonrojadas risas de besos valientes,
delicados gestos de palabras inocentes.
Un mar brillante en una costa alucinante
y los dos rodeados de libertad,
en un marco incomparable de bella humildad.
Preciosos ojos llenos de sinceridad,
deliciosos sueños sobre un amor banal;
sabrosas lágrimas que acarician nuestras almas al pasar.
Un mar tan evidente,
un sentimiento tan reciente,
una poesía sumergida en las profundidades de nuestras mentes.
Una carrera contra el tiempo,
una mirada que se esconde detrás de la verdad,
ojos sospechosos que giran el sentido de la realidad.
Suspiros de necesidad,
caricias que parecen verdad;
dos mundos unidos por un mismo pesar,
por la torpeza de ignorar,
que un sentimiento por ambos está.
Costosas formas de decir te quiero,
difíciles momentos en los que decir te prefiero,
un amor lleno de placeres ocurrentes,
la imaginación de una unión para siempre.
Símbolos e imágenes,
recuerdos frescos de un futuro beso,
un pasado olvidado,
donde el amor de dos jóvenes se debate entre lo incierto.
La inquietud invade un lugar desconcertado por lo presuroso del amanecer.
La gente torna de colores un mundo lleno de intimidades,
un mundo completo de sueños individuales.
Sueñan con sentir el sol de la mañana,
con notar juntos la brisa del mar,
con sentir unidos la suave lluvia veraniega.
Sueñan y sueñan,
alejándose más de la realidad,
creando su propio mundo interior.
Caricias que denotan despedida,
lágrimas grises que ocupan el lugar de las calladas palabras,
un mar de incomprensión en un lugar apartado,
unas flores cortadas para saciar un adiós desprovisto de emociones,
un largo sustento,
dos seres unidos por un mismo destino.
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