A veces
se despertaba,
invadido por una sensación
de soledad,
de tristeza,
añoraba volver a dormir,
volver a su sueño.
Su fantasía,
de piel de seda,
ojos como llamas,
de toque eléctrico,
del ángel
que lo amaba.
Solo, en las penumbras,
se descubría.
Imágenes de lugares
repetidos y aburridos,
era lo que su mente despierta
veía.
De día,
solo, en su vida,
sólo en la noche,
cuando descansaba,
cuando sus ojos
se cerraban,
la alegría lo invadía
y su ángel,
su deseo,
lo acompañaba.
Noches enteras
de viajes cósmicos,
de amor y recuerdos,
de futuro
y de sueños,
y junto a él,
ella,
amándolo,
noche tras noche.
En sus fantasías,
se transformaban en uno solo,
y día tras día,
él despertaba
solo,
viviendo,
sólo viviendo.
Hasta aquella mañana,
sublime mañana,
que terminaba una vez más
con un beso de su ángel,
en la que despertó,
y su sueño,
su ángel,
su deseo,
a su lado encontró.
Una vida terminaba
para que dos
comenzaran
en un sueño
sin final.
|