Te miro, me miras
Sonrío, me entregas tu mejor carcajada
Te abrazo, sé que puede ser la última vez.
No lo entiendes y te aferras.
No sabes, pero sabes, lo presientes.
Te cojo de un brazo y caminamos,
hasta que las calles se extinguen.
Ni siquiera platicamos
Siento los pies adoloridos.
Seguimos caminando
Sé que puede ser la última vez.
Te hablo, me hablas
Te animo a seguir luchando
Tú ya no quieres
No solo te duelen los pies
También, te duele el alma.
¡Dios es injusto! Gritas al viento.
¡Mírame, estoy acabada!
Te tiras al suelo
y arrancas tus zapatos
Sangran tus pies
Los pensamientos te agobian
¡Nunca he hecho nada!
¡No dejo nada!
El viento te escucha
Susurra su respuesta y no te calma.
Y te digo;
Me dejas tu sonrisa diáfana,
la dulzura de tus palabras,
los caminos recorridos,
las noches de juerga
Me dejas tu espacio,
que nada lo llenará.
Me dejas la alegría
de recordar tus travesuras.
Se quedarán conmigo
todas tus enseñanzas,
el amor a la vida,
tu honestidad intachable,
el dar por dar
sin nunca esperar nada.
Yo lo sé
Tú no lo sabes, pero si lo sabes,
lo notas en mis ojos
y en la de tu padre,
y de tus hermanas.
¿Por qué yo?
Pensé que me recuperaba
¿Por qué yo, que aún no dejo nada?
Nunca he amado a un hombre
Nunca los labios de un hijo
se extasiaron mientras lo amamantaba
Dejé pasar el tiempo,
quería sentirme preparada.
Y ahora, la vida, me da la espalda.
Pensé que por ser joven
la existencia se me daba
Y ya ves, nunca hice nada.
Y el tiempo se me escapa
entre sábanas blancas.
Yo que tenía todo
Sé que sin vida no tengo nada.
Yo lo sé
Tú no lo sabes, pero si lo sabes.
Lo sientes cada mañana que despiertas cansada.
Y yo te digo enojada;
No te agites
No hables huevadas
Nadie sabe cuando parte
Ni la adivina más dotada
Vive la vida sin pensar cosas macabras
Ya deja de escoger féretros
Como si fuera tu atuendo
Para una fiesta de gala
Y entiende de una vez que ni tu ni yo
Tenemos la fecha de vencimiento marcada.
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