Acá estoy de nuevo,
tratando de despertar,
y no puedo.
Miro a través de lo cerrado de mis ojos,
y te veo.
Pálida oscuridad
que nubla y despeja.
Lenta rapidez
de ansiadas paciencias.
Y así,
camino lo ya corrido,
Pisando y esquivando,
Devorando pausas,
Bebiendo amargas aguas,
Que no colman mi sed proscrita,
de piel,
de luz,
de aire,
de ti,
de mi,
de tantos.
Y arranco,
dibujando una clara estela
que se espesa, se pierde,
entre tus piernas,
y tropiezo,
con mis sueños,
de patrias abiertas,
de suaves colinas,
de jugosas caderas.
Calma se aprecia,
lejos de mi tierra,
fluye latente,
se esparce
y no me llega.
Caes desde abajo,
y pierdes tus maneras,
cantas entre cantos,
triste primavera.
Lloro tu porfía,
de querer ser más bella,
si con una sonrisa basta
para iluminar una estrella.
Desde arriba
diáfana te observo,
hambre satisfecha ,
que puras gotas
de amoroso sudor
que salpican
tu cuerpo, tu hoguera.
Y descanso
las batallas ganadas
por perdedores alegres,
que con muecas
creen convencer
a multitudes calladas
que ven desvanecerse
vidas y muertes.
Más, tu amor
fruta madura,
pétalo perenne,
no vive, no muere,
permanece.
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