Cel era el Señor de las tinieblas y del mal. Y Ret, el Señor de la luz y el bien.
A Cel, nada le gustaba, y siempre estaba triste. Ret en cambio, se sentía siempre feliz.
Ret era tan feliz, que de su corazón manaba un enorme calor.
Un día, el calor de su corazón se hizo tan intenso, que de él brotó un inmenso fuego. Del fuego saltó una chispa que se convirtió en hombre.
Ret, al ver que el hombre se encontraba solo, sopló al fuego para que de él saliera su compañera. Así fue como el hombre y la mujer nacieron del calor del corazón de Ret. Y gracias a ese calor, vivían felices el uno junto al otro.
Cel, al ver la felicidad del hombre y la mujer, se llenó de ira y envidia, ya que no quería que la felicidad existiese.
Pensó que si la mujer y el hombre habían nacido del fuego, también podrían morir con él. Se dijo entonces: “Haré que Ret vuelva a ser tan feliz, como para que todo el fuego que tiene en su corazón salga de él. Entonces lanzaré mi oscuridad sobre el fuego para que con él termine la felicidad”.
Mandó Cel a uno de sus siervos disfrazado, para que lograra hacer muy feliz a Ret.
Pasó el tiempo, y el siervo de Cel hizo tan feliz a Ret que todo el calor de su corazón desapareció, y formó un gigantesco fuego.
Entonces Cel, al ver que había llegado el momento, mandó todo el poder de sus tinieblas contra el fuego, y lo destruyó. Y aprovechando que Ret estaba débil y no podía velar por la felicidad del hombre y la mujer, lanzó contra ellos la maldad.
El hombre y la mujer cegados por la maldad perdieron su felicidad, y comenzaron a luchar el uno contra el otro.
Al ver Ret, que el fuego que existía en ambos se extinguía, y que la maldad estaba haciendo que ellos se mataran, se entristeció y comenzó a llorar.
Una de sus lágrimas cayó sobre el poco calor que quedaba en el corazón del hombre, y de la unión brotó una Rosa Roja que voló hasta posarse en el corazón de la mujer.
Entonces sus ojos se abrieron de nuevo a la felicidad, y la maldad huyó de ella.
Vio entonces que Ret había muerto de tristeza por culpa de ellos. Y decidió que en honor de Ret siempre nacerían Rosas Rojas.
Del calor del corazón de Ret nació algo contra lo que Cel luchó y no pudo vencer.
Jamás nadie podrá vencerlo porque es tan intenso y fuerte que perdurará a lo largo del tiempo.
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