Ayer dormía, en el banco sentado,
a la luz seca, de una blanca vela;
los suaves contornos de la madera;
reflejaban su ámbar, enclaustrado,
en ceniza,
en años,
y polvo humano.
Las noches germinan el añejo vino;
de sus savias dulces, de los años viejos;
mientras las doncellas, revientan en ambrosia
llenas de luna y estrellas;
en sus rostros geométricos,
en sus manos deliciosamente secretas,
raíces viejas llenas de delirio;
de espaldas ardientes,
de raras esferas y mujeres;
ahítas de placer, solo eso.
la noche no añade al cielo sus versos;
ellos se desprenden de sus besos.
el velo de luz argenta,
se apaga en la puerta,
te invito a pasar, bella durmiente
hasta mi lecho, solo eso.
mientras el cerezo de flores rosas;
de hechizos informes, baña el jardín.
y las horas pasan en el cielo, durmiendo junto a las estrellas,
otra vez.
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