En el preciso instante en que la frialdad del cañón tocó su paladar, los pelos se le erizaron, un frió aire lo recorrió desde el primero de sus cabellos y hasta la punta de sus pies. Ya ni siquiera podía recordar los minutos anteriores cuando ya casi sin fuerzas, no podía mantenerse en pie, y con una mirada penetrante y transfigurada, entro a su cuarto, cerro la puerta fuertemente y calló de rodillas al suelo, abrió el cajón de su armario y saco de el la fatal herramienta. Cerró los ojos y trato de disparar. Pero su dedo no tuvo o no quiso tener la fuerza suficiente para percutar. Entonces dando un fuerte suspiro puso la mano izquierda, la que sabiendo muy bien lo que hacia la derecha fue en su ayuda. Con ambos dedos índices sobre el gatillo, cerro nuevamente los ojos mientas una lagrima corría por su mejilla y músculos faciales jamás ocupados, formaban una mueca de terror angustia. Suspiro nuevamente y por fin tomo la decisión final.

Nadie escucho nada, nadie lo vio, su cuerpo quedose acéfalo e inerte en el suelo, mientras por primera vez en mucho tiempo se podía ver una leve sonrisa de paz y tranquilidad en su desfigurado rostro.

Fue el fin para el pero el comienzo de una larga historia de dolor y culpas