Yo, por mi parte, habría tardado en darme cuenta, pero la chica que viene a intentar ordenarme la casa dos veces por semana fue la que se dio cuenta del robo..., me habían robado el felpudo; ¡!que descaro¡¡; ¡!pandilla de buitres¡¡, pero a quien se le podía ocurrir robar un felpudo?...si, señores, aunque no se lo puedan creer, en mi comunidad te pueden robar el felpudo.
Y eso que se las dan de pudientes y finos; no he visto gente mas estirada...Discuten en reuniones trasnochadas de vecinos, a las que naturalmente nunca asisto, sobre quien debe cambiar una bombilla y suman y vuelven a sumar para llegar a la conclusión de que las sumas ya estaban bien hechas, se acaloran y discuten sobre mil chorradas y se van a dormir satisfechos de madrugada, con la sensación de haberle dado su merecido al del tercero y a la del quinto... y el ego por las nubes; luego, además...alguno de ellos se dedica a robar felpudos.
Aquella misma noche, después de bajar la basura, inicié las pesquisas en el sentido de recuperar tan insólito botín, así que: planta por planta, puerta por puerta; fui efectuando una especie de rueda de reconocimiento que me aportó una gran cantidad de pormenores sobre la vida y costumbres de mis vecinos, pero que no me llevó a dar con el objeto expoliado.
Súbitamente me di cuenta de que no reconocería a mi felpudo aunque lo tuviese delante de mis narices; me dio pena, tantos años con el mismo felpudo y ahora no era capaz de distinguirlo de los demás, ¡!que desagradecido me sentía...¡¡
Resignado, me hice a la idea de comprar uno a la mañana siguiente. Han intentado alguna vez comprar un felpudo?, en realidad yo creía que venían con la casa, como las puertas, pero no, los venden en los bazares, en los centros comerciales, en las droguerías....hay cantidad de modelos, de distintos precios, de colorines y sobrios, delgados y gruesos; de goma; de fibra de coco; de esparto...
Me decidí por uno grande y grueso, de fibra de coco, sin ningún letrero de esos que dicen “bienvenidos”...no se me fuese a colar alguien en la cocina con la excusa del letrero.
Quedaba bien una vez colocado, destacaba entre los demás felpudos vecinos, estaban pálidos de envidia y de polvo. Tengo el mejor felpudo de mi escalera pensé...ahora no me cabrían dudas si me lo volvieran a robar, lo reconocería inmediatamente.
No obstante y por si las moscas, lo vigilo por la mirilla... y por las noches lo meto dentro de casa; lo limpio y lo sacudo a diario; tengo mucha mejor relación con este felpudo que con el que desapareció; suele ocurrir; no apreciamos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
|