Los momentos que tan llenos de emociones sinceras han poblado mi mente durante este intrépido ciclo de infinitas oportunidades; hoy, siguen su curso más firme, despegando de esa plataforma cubierta de corazones, en un lugar insospechado, donde la agudeza de los sentidos hace que el mapa oceánico de mi mente, se acerque cauteloso y embriagado por la luz divina de un sol convaleciente, a esas estrellas pintadas de colores.
Hoy, el conocimiento más próximo de mi futuro, es aquella realidad que ha surcado mi mente. Una realidad segura de sí misma, donde la controversia de las decisiones acertadas y un ímpetu de explotar un talento reconocido, marca mi vida y alargan mis metas, llegando a crear un mundo propio, que refleja la fuerza de un cometa, la magnitud de un planeta.
Incandescentes son las llamas del fuego, que abrasan y reclaman mi cuerpo y que con maestría hieren los hermosos campos de belleza, que sembrados en mi alma no doy cuenta de ellos.
Los astros giran a mí alrededor, como aquellas personas que buscan el calor de la gente influyente, de corazones inocentes.
Tanto la magia de la noche, como la luz del día, reflejan en el ayer, el infinito poder de los caballeros valerosos, que creyendo en ellos, sabían el duro por qué de aquellas medallas que cubrían su piel de llagas; el triste recuerdo de una triste lágrima, de un espíritu sacro, de un inteligente ser.
Aparecen manchas en mi cuerpo y noto que es la soledad la que me corroe. La muerte que viene me dicen. Corre y escóndete en esa mujer, que cuando llegues habrás de hallar el eterno querer.
Las apariencias engañan en una vida cruel, en la que el hombre sumido en vanos recuerdos, busca los amores legendarios, que en libros antiguos es fácil hallar.
El tiempo aletarga la paciencia de un ser emocionado. Se le une el desconcierto y malhumorado prende a correr en su mente el lento pasar del tiempo, que le ha hecho más viejo, una persona sin aliento.
Pienso en todas las decisiones tomadas, en las que han sido invalidadas.
Pienso y no puedo creer, que haya malgastado todo mi ser, en llegar a conseguir tener lo que tantos hombres ya tienen y yo nunca tendré.
Hasta el día de mi muerte, pasarán instantes de dolor, placeres que a los sones de cascabeles, parecerán haber encontrado un sitio divino, un universo de méritos comprometidos.
Veo como la noche cae en mi vida. Los párpados se me nublan y mi mente no alcanza a expresar lo que con tanta facilidad antes podía.
La muerte se acerca y me ofrece un oscuro mundo de visiones. Voy perdiendo el sentido y ya no me acompañan los recuerdos. La magia me abandona, no siento el dolor por perder la vida, solo un débil recuerdo de haber estado y una sensación plena de haber vivido.
Dejo atrás las palabras de poetas que sabían describir los amores flechados de personas con entusiasmo y que en esta nueva aventura de nada servirán.
Nada más alcanzo ya a pronunciar, pues ya poseo en mi sangre el veneno de la muerte, que de forma valiente, solo estima oportuno expresar la felicidad, por haber servido como uno más a la triste devaluación de una raza envalentonada con su orgullo, una raza humana llamada soledad.
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