Hoy me hueles a romero,
penetras en mí como un frescor de primavera
que empapa los pétalos de mi alma,
que se desnuda ante la belleza de tu mirada.
Hoy me sabes a pan ácimo,
tu ternura me alimenta,
esa fría y despreocupada ternura
que prolonga aún más su sabor.
Hoy tu rostro me acompaña,
facciones desdibujadas por la emoción
de unos sentimientos que se agitan,
se rebelan, y piden poseer un nombre real,
para poder ocupar un rinconcito
de mi asombrada existencia.
Hoy te siento, te siento y te amo,
me tropiezo con tu alma en cada esquina,
me sorprendo abrazándote, sin prisas,
sin dudas, sin más...
Eres el polen del néctar que fabrico,
te balanceas lentamente sobre bellos paisajes,
al compás de una melodía
que el viento compone para tí,
y ni siquiera quiero tocarte,
porque tu existencia forma parte de ese paisaje,
porque en él te conocí
y mis pupilas desean retener tu imagen
hasta el día que dejen este mundo.
Hoy te imagino como arena de mi playa,
puedo tocarte, besarte, amarte...,
pero jamás retenerte en mis manos.
Hoy se ha revalorizado
el mundo ante mis ojos,
pero no estás para compartir mi dicha.
Hoy tu ausencia es algo ficticio,
tú vives en mí:
vienes sonriéndome y te mezclas conmigo
en un abrazo que jamás cesará...
Te buscaba desde hacía tanto tiempo...
(22/01/97) |