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“...Si estás entre volver y no volver, si ya metiste demasiado en tu nariz...”, le cantaba burlescamente el “Rigo” a la “Fran”, habían estado desde las nueve de la noche “jalando” cocaína y bebiendo Wisky, ya eran las tres de la mañana, quedaban pocos presentes en el living del departamento de la Fran. Era su departamento de soltera el cual compartía junto a los gastos con Rigoberto, su mejor y más antiguo amigo. Se conocían desde siempre parece, nadie sabía desde cuando. Habían sido compañeros de curso en el colegio, luego asistieron a la misma Universidad y cuando ya habían egresado se juntaron y se fueron a vivir solos, los dos trabajaban, podían hacerlo; además se llevaban bien, nunca peleaban, cada uno respetaba los espacios formando así una convivencia extraordinaria. Eran amigos, solo amigos. Esto era porque la Fran era alguien mas bien antiestética: tenía bigotes. En realidad todos los humanos tienen bellos en su cara, pero es normal que los hombres sean más “peludos”, en este caso era al revés, Rigo era del tipo más europeo, alto, fornido y de tez blanca, pelo claro y en poca cantidad, de todos lados. Era “lampiño” como se dice. Pero ella, ella era “peluda”, de todos lados, su cara era oscura, tenía bigotes y a pesar de las insistentes burlas de las personas, Fran no se dejaba influenciar, ella afirmaba estar en lo correcto, decía: ”si Dios me dio pelos de sobra es por algo, no soy nadie para quitármelos”. Y así había sido su vida, la mayoría en la adolescencia, víctima de burlas; su apodo: “la bigotuda”.
Aquella madrugada las mentes de los jóvenes estaban exhaustas, agotadas, cansadas de recibir tantos estímulos químicos y naturales, sus hígados ya no soportarían una gota más de algún etílico. Fran tirada en la alfombra, borracha, drogada, hablando sola, otro par de personas sentados en el comedor jugando “carioca” sobre la mesa de vidrio “pegoteada” de pisco con bebida y rastros de líneas de cocaína, riendo. Rigo al otro lado del living también en el suelo, borracho, drogado, cantándole a Fran la canción que Fito Páez le dedico alguna vez a Charly García: “Cable a tierra”. Y Rigo continuaba cantándole. En un instante El joven sintió un gran ahogo en su pecho, levantó la cabeza y grito: “¡¡ Tírate un cable a tierra, bigotuda¡¡”. En aquel instante Fran reaccionó y se puso de pié enérgicamente, se abalanzó hacía la mesa de manera torpe y empujó la mesa dándola vuelta, dejando caer todo al suelo, los que aún se encontraban sentados alrededor de ésta, se pusieron de pié horrorizados al ver la cara y reacción de Fran. Los echó de su departamento y comenzó a gritar que no quería que jamás la volvieran a humillar, Rigo asustado, trató de volver a la lucidez, se paró y se acercó a Fran, trató de abrazarla para calmarla y ésta le lanzó una bofetada que le dio vuelta la cara - ¡no me vuelvas a decir bigotuda, guevón¡ - le gritó luego, zafándose de los fuertes brazos de Rigo. Todo volvió a calmarse, Fran respiró hondo y se fue al baño. Rigo aun se acariciaba la mejilla en forma de alivio a su ardor. Encontró extraño que Fran se demorara tanto y pensó que podía hacer algo irreparable; se apresuró y tocó la puerta del baño, Fran no respondía, golpeó varas veces más, trató de empujarla pero no hubo caso. Estaba asustado y pensaba que todo era su culpa: “no debí molestarla...”, se dijo. Pasaron cerca de quince minutos y la puerta se abrió, Rigo sentado debajo de ésta, giro su cabeza y miró hacía arriba, ahí estaba ella, delgada y con bonita figura, pero era ella; estaba bien. Se puso de píe y la abrazó fuertemente, le pidió disculpas y le besó la frente, al volver su mirada en el rostro de Fran, se percató de que algo no estaba igual: los bigotes. Habían desparecido. En realidad habían sido rasurados con la hoja de afeitar de Rigo. Una sonrisa blanca y brillante adornó la perfecta cara de Rigo, al ver que en el lugar de bigotes había un coqueto lunar al lado izquierdo del labio superior de Fran. La tomó entre sus brazos y la besó por primera vez como jamás se imaginó que la besaría. La besó durante varios minutos sin detenerse, ella era bella en su simpleza, y eso era más difícil de encontrar que un lunar debajo de un par de oscuros bigotes.

Texto agregado el 23-11-2004, y leído por 368 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
02-03-2008 Me gustó el final...es un poco mágico....eres una loca, pero me encantas. antiqualost
25-04-2005 Está re weno, bien escrito, me hizo sonreir... me gustó! FiNCHeR
26-11-2004 muy pero muy buena narración, te dejo 5, migu
25-11-2004 Excelente cuento, muy bien narrado. Entretenido. Mis 5* y felicitaciones. jorval
25-11-2004 Muy inteligente, muy real, sugiere una sola cosa, lo hace bien. Pero me gustaría saber si Rigo ya había visto sus voluptuosas caderas moverse pesadamente al dormir. eso justificaría más el cuento. 5 estrellas, muy bien. RU rodrigourrejola
23-11-2004 me gusta la mesa pegoteada con piscolas, tan clasico, las rayas de coca como fantasmas de una noche, eso me gsuto mucho, no asi el final. Suerte :D t-bonnes
 
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