Puedo oírte, en mi cabeza, eres tu quien grita y desvaría, frases plagadas de odio, perversiones, sonidos intangibles, agonías, puedo sentirte, desde el origen mismo de mis pensamientos, que tu los piensas, como niño perturbado que sueña incoherencias y busca en su mente, la simpleza de una frase, un sonido que lleve a calmar las ganas en una redundante espiral autónoma, o hasta encontrarle una menos conveniente perfección. Se que estas ahí, se que en mi diminuta conciencia me obligas a describirte como lo hacen mis sentidos, sin embargo te ríes de mi, crees, me tienes tan controlado ya que me haces pensar que es mía la voluntad sobre este papel y que si lo termino algún día podría matarte, es inútil, tu lo sabes, porque renunciare otra vez y tu me obligaras a que me obligue a mi mismo a renunciar, que acaso no puedes darte cuenta que me dejaste escapar mil segundos para que yo descanse en sus ojos, su sonrisa, su encanto, tan libre de ti, que no lo soportas, cae de nuevo tu dolor en mi cabeza, tanto que olvido mi nombre, mi razón y el objeto de este sueño, vivir sin ti.
Eldred.
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