Mis manos se funden en el rojo carmesí..
Quizás en un recuerdo demasiado eterno
de tu pecho destrozado por aquellas alas rotas,
inalcanzables sueños de noches en vela,
en el que reía irónicamente ante tus gemidos de angustia y placer...
Como en un viejo tango,
marcábamos los compases con nuestros cuerpos sudados,
inundados en sangre que brotaba de tus ojos añejos y cansados aún en edad fértil...
Las frenéticas caricias violentas y sutiles
quedaron marcadas en nuestros cuerpos ya decrépitos por el paso de los años...
Quiero hacerte el amor aún después de muerto,
porque tus cabellos siguen teniendo olor a tiempo,
y tus manos por siempre gélidas,
seguirán tocando mis labios amargos...
Serás mío aún después de muerto,
porque no dejaré que nadie más bese tu pecho ya inerte, que alguna vez fue mi alegría....
Por fin....
Aquí yacen nuestros cuerpos putrefactos bajo la sombra de un gran abeto...
Quizás, en un recuerdo demasiado eterno...