Cuando te miré a los ojos
mi ángel alzó el vuelo hacia el cielo,
cuando te miré el alma
la mía se encogió...
Cuando te los ví brillar
deseé que un destello me alcanzara
y cuando su brillo me deslumbró,
el silencio comenzó a hacerse eterno...
Cuando te miré a los ojos
un terremoto de sentimientos
se me desencadenó...,
cuando te miré el alma
sentí que le escupía
al milagro que teníamos
delante de nuestros ojos,
probablemente saturados de lágrimas...
Cuando te sentí los ojos
apuntando hacia los míos,
supe que daría mi vida por tí;
cuando te sentí el alma,
tímidamente asomada, escondida...,
supe que no valía la pena hacerlo.
Cuando provoqué tu primera sonrisa
mi alma rió a carcajadas
y cuando el desprecio se pintó en tu cara
fue cuando te odié,
te odié por quererte tanto...
Te odié por negarme la oportunidad
de transmitirte lo que sentía...
Y cuando te miré esta noche,
todo por dentro se me revolvió;
aún no sé si ese dolor tan intenso que sentí
me lo transmitiste tú o es tan sólo mío...
Sólo sé que tu vacio me asfixió,
y sólo deseé que fueras feliz,
mientras me despedía de tu continua ausencia...
Ha sido un placer toparme con tu mirada
y aunque me gustaría decir más,
¡No te conozco...!,
sólo es que tu alma me resulta
insoportablemente familiar...

(22/09/00)