El universo desapareció unos instantes
de mi frágil y consternada mirada,
lo material dejó paso al mundo de los deseos
y la emoción flotaba en la atmósfera
mientras nos alejábamos más y más...
Al principio, los sentidos se adueñaron
de nuestros cuerpos, absortos
en el "peligroso" juego que nos mantenía
espectantes cada segundo que transcurría...
Luego la piel comenzó a serlo todo:
Ya no era importante respirar,
la temperatura cobró un nuevo sentido
y las formas comenzaron a desaparecer...
El pequeño espacio tridimensional
pasó a ser infinito,
y la materia tan sólo espíritu...
Todas sabíamos que habíamos cruzado un límite
que no tenía nada que ver con la razón:
La llamada "ley del deseo" o
"los sentidos contraatacan...",
¿qué más da...?
Su piel se estremecía a cada roce de mi cuerpo
y mis manos transmitieron el mensaje
que flotaba deseoso de existir...
Segundos después sus labios,
tiernos y salvajes a la vez,
desataron la tempestad
que se adueñó de nuestras vidas...
Y todo dejó de existir,
tan sólo una maraña de cuerpos y almas
que ensanchaban su espacio vital...
Todo era nuevo, pero no hubo
tiempo de analizarlo,
la espontaneidad permitió el nacimiento
de la nueva realidad que teníamos delante...
Tres ríos desembocaron al unísono
en aquel extraño pero apasionante mar,
tres labios degustando
la sabrosa miel de la pasión,
tres vidas aventurándose en el dulce sabor
de una emoción prohibida y complicada...
El alma se me fue a las manos
que se detenían en cada forma desnuda,
en cada gemido descompasado,
en la certeza del amor temporal.
Luego, el miedo mortal
hizo desaparecer la magia
que nos había regalado
uno de los momentos más sublimes
de toda nuestra vida...
¿Y para qué negarlo...?
A fuego lento nos hicimos agua,
aunque para un alma "vagabunda"
y, tal vez, perdida...,
sea tan difícil reconocerlo...

(27/07/00)