Dame la leña y
quita los troncos.
Recuerda al venado de las mañanas relucientes, pronto lo verás.
Mi afilada lanza goza al imaginar
la delicia
de la sangre del virtuoso animal,
para mil veces cercenar
la infeliz belleza de su exilio natural.
Texto agregado el 19-11-2004, y leído por 172
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