Inicio / Cuenteros Locales / diabloguardian / La justa hora (simplificación)
Eran sin duda las doce. Doce campanadas marcaban la hora cero… la hora del crepúsculo. Los antifaces que, horas antes se regocijaban y perdían en sus bien delineadas sonrisas perennes, hoy caían y se perdían luctuosas a los pies desnudos y deformados de la multitudinaria y elegante concurrencia. Las perfectas bien gastadas manecillas de aquel reloj barato de pared, señalaban, inquisidoras, a la justa hora; ni antes, ni después, el final de la enmascarada.
Mientras la lluvia de antifaces se precipitaba copiosa sobre la finura yaciente en el escenario, los rostros abigarrados se presentaban ante mí teñidos en cielo pardo. Tanto fue mi curiosidad que, aún siendo de mi conocimiento que mi intromisión en muchos de los casos ameritaba la pena capital, me encamine a PREGUNTAR. ¡Tal fue la magnitud de mi deformado asombro!, ¡que no pude más que salir corriendo despavorido como rata, sin ni siquiera poder ejecutar el mínimo de los movimientos!
Horas mas tarde – A la justa hora—encontré el cascaron vacío de mi cuerpo depositado desgarbado, en el oscuro rincón en la parte trasera de mi casa.
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Texto agregado el 18-11-2004, y leído por 189
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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02-06-2007 |
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eso es lo que llaman "la hora feliz" sinfuturo |
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29-11-2004 |
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buen tema... excelente dominio del lenguaje y la prosa... muy bueno! placebo |
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20-11-2004 |
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hola diablo, me gusta como escribes, pero lamento no haber comprendido, pero no te preocupes, muchos cuentos no los entiendo, de aquí y de Kafka doctora |
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