Sueño y metralla
Corría dando grandes zancadas, tratando de evitar los rieles de la línea del tren. Había soñado muchas veces con esta escena, veía claramente igual como en mi sueño, el muro de adobe añoso, con pintura descascarada y al mirar por sobre el hombro, las sombras que me seguían, a lo lejos el sonido de las metrallas. Vestido completamente de negro, el sol golpeaba mi cara llena de sudor, corría ya casi sin fuerzas, escuché cantar el gallo en el silencio de esa mañana. Crucé finalmente las líneas de la vieja estación de trenes abandonada. Empuñaba un pesado fusil y colgaba de mi abrigo un láser phil-collins, desgraciadamente sin carga.
Un millón de dolores multiplicados golpearon mi espalda, provocando un ahogo el vomito de sangre, caí de bruces, ciego de dolor, aun sentía los disparos, escuché voces en otro idioma, con el pie me pusieron boca arriba. Pude ver, como última imagen, a una mujer joven vestida de impermeable negro y falda corta, de botas altas casi hasta la rodilla, dijo: “¡al fin caíste maldito...!”
Fin
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